Cientos de habitantes de Tokio se mudan a Okinawa por temor a la radiación

Naha, capital de Okinawa

Algunos creen sufrir los efectos de la contaminación radiactiva


Naha, capital de Okinawa

Un buen número de tokiotas se ha mudado a Okinawa por miedo a la contaminación radiactiva originada por el accidente nuclear en Fukushima, revela en un reportaje Asahi Shimbun.

Uno de ellos, Jin Tanimura, de 38 años, afirma que los okinawenses son gente cálida y enfatiza que no desea volver a vivir en Tokio.


¿Por qué Okinawa? Entre otras razones porque está lejos de Fukushima y no aloja plantas nucleares.

Tanimura dejó Tokio con su familia. Lo que ellos querían básicamente era un sitio en el que no hubiera centrales nucleares. Y se mudaron a la soleada prefectura sureña, a pesar de no tener parientes en ella. Ya llevan cinco meses en Okinawa.

El riesgo que entraña la radiación es diferente de otros riesgos, subraya Tanimura. “Es invisible, la información es de variada calidad y hay muchas cosas que no puedes entender. Eso es lo que da miedo”, añade.


Otro caso expuesto por Asahi. Mari Takenouchi, de 44 años, opositora tenaz a las plantas nucleares, incluso mucho antes del accidente en Fukushima, vive en Naha y no le cree al gobierno cuando dice que la situación está asegurada.

Apenas se produjo el accidente, ella se mudó a Okinawa junto con su pequeño hijo. Según Takenouchi, ambos han tenido problemas de salud que acarrean frecuentes fiebres. La mujer asegura que de acuerdo con fuentes en internet un número creciente de gente que reside en el área metropolitana de Tokio está sufriendo problemas de salud.


Por su parte, Mamiko Yanaka, de 44 años, renunció a su trabajo y se mudó a Okinawa en julio luego de sentir que su estado de salud comenzaba a deteriorarse.

Yanaka sufría de una enfermedad de la glándula tiroides. Tras la crisis de Fukushima, afirma que empezó a desarrollar síntomas como hemorragia nasal y diarreas.

La mujer cree que está sufriendo los efectos de la radiación, pero “nadie me tomó en serio en ninguna de las ocho clínicas que visité”.

Yanaka no le cree ni al gobierno ni a los medios. A pesar de que ningún examen médico ha confirmado que sufra los efectos de la contaminación radiactiva, ella remarca: “La verdad está en mi propio cuerpo”.

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