Anna, una prostituta rusa que trabaja en Tokio, se promociona como “una escort y modelo profesional de alto nivel”. Dice ser una chica “dulce, agradable y educada. Proporciono placer sexual y masaje erótico”.
La mujer es una de las tantas trabajadoras sexuales extranjeras que utilizan la aplicación de citas Tinder para ofertar sus servicios, revela la revista Friday.
Tinder le permite a la prostituta encontrar un cliente en un radio de, por decir, diez kilómetros.
Muchas de ellas utilizan hoteles en Roppongi y Shinjuku para recibir a sus clientes. Hay prostitutas de Sudamérica y otras partes de Asia, pero también “bellas mujeres de (países de) Europa del Este, como Rusia y Rumania», según una fuente de la revista.
El contacto inicial se puede hacer a través de Tinder, pero los detalles del acuerdo (por ejemplo, el precio) entre la prostituta y su cliente se tratan en LINE u otra aplicación.
La tarifa de Anna por el servicio completo asciende a 40.000 yenes. Si el usuario acepta, tiene que ir al hotel donde ella se aloja.
Entre 30.000 y 40.000 yenes (267,7 / 356,9 dólares) por 50 minutos cobran las prostitutas de Europa del Este que trabajan en Roppongi.
Un expolicía consultado por Friday, cuyo reportaje recoge el sitio Tokyo Reporter, dice que es difícil atajar estas prácticas debido a que el intercambio de mensajes privados es una manera fácil de evadir la detección. (International Press)
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