El alma de Hachiko une de nuevo a sus dueños y para siempre

Hachiko y su dueño (foto Universidad de Tokio)

 

La desconocida historia de amor detrás del perro fiel


Hachiko y su dueño (foto Universidad de Tokio)
Hachiko y su dueño (foto Universidad de Tokio)

¿Quién no conoce la historia de Hachiko, el perro que durante casi diez años esperó en la estación de Shibuya a su dueño muerto? Lo que poca gente sabe es que la historia tiene un tercer protagonista, Yaeko, la pareja del profesor Hidesaburo Ueno, propietario de Hachiko.

La historia la cuenta el diario Yomiuri Shimbun.


Hidesaburo y Yaeko vivían juntos, pero no se casaron por diversas razones y fueron enterrados en sitios diferentes.

55 años después de la muerte de Yaeko, sus restos descansan por fin junto a los del profesor. «El alma de Hachiko los ha unido de nuevo».

¿Por qué nunca se casaron?


Antes de que Ueno conociera a Yaeko, todo estaba arreglado para que él, oriundo de Mie, se casara con una mujer. Ueno no quiso y decidió no casarse.

El profesor sufrió de una grave enfermedad cuando era joven, motivo por el cual creía que no viviría mucho tiempo. Por ello, decidió permanecer soltero el resto de su vida. Sin embargo, conoció a Yaeko, que era una profesora de la ceremonia del té, y se enamoró de ella. Ambos comenzaron a vivir juntos en Shibuya.


En aquella época, la sociedad era muy estricta sobre las relaciones entre hombres y mujeres, recuerda Yomiuri. El fallido compromiso matrimonial de Ueno con la mujer elegida como novia habría sido uno de las razones por las cuales los dueños de Hachiko no se casaron.

Cuando Ueno falleció repentinamente en 1925 a los 53 años, Yaeko, por no ser su esposa, tuvo que abandonar la casa que compartían y mudarse a la vivienda de un allegado.

La mujer no tuvo otra opción que dejar a Hachiko al cuidado de un pariente. El perro, con nuevo dueño, nunca dejó de ir a la estación de Shibuya a esperar a Ueno, una rutina que ambos siguieron hasta la muerte del profesor. Cada vez que este retornaba de su trabajo en la universidad en tren, su perro lo esperaba en la estación.

Hachiko

En sus últimos años de vida, Yaeko pidió a su familia que sus restos descansaran junto a los de su “amado profesor Ueno”.

Lamentablemente, su deseo no pudo ser cumplido y fue enterrada en otro cementerio en Tokio.

En 2013, cuando se cumplieron 90 años del nacimiento de Hachiko, Keita Matsui, un curador de un museo de Shibuya, y el profesor Sho Shiozawa de la Universidad de Tokio, decidieron hacer realidad el deseo de Yaeko. (Dicho sea de paso, Shiozawa dirige un laboratorio de estudio creado por Ueno).

Tras obtener el consentimiento de los descendientes de Ueno y Yaeko, comenzaron a trabajar para que los restos de ella fueron trasladados al cementerio que alberga los de él.

Su esfuerzo rindió frutos dos años después. Hace poco, el mes pasado. Los parientes de la pareja participaron en una ceremonia para celebrar que sus restos descansen juntos.

“Me conmueve pensar que el amor puede trascender el tiempo. Todos los miembros de mi familia estamos contentos», dijo Masami Takahashi (65), bisnieto de Yaeko.

Matsui, un estudioso de la vida de Hachiko, declaró emocionado: “La familia se ha reunido para siempre. La historia de Hachiko ha llegado a un final feliz, como un sueño».

¿Y Hachiko? Su cuerpo disecado es exhibido en el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia.

 

“FUE MARAVILLOSO CÓMO SE ALEGRÓ HACHIKO”

 

Maliciosos rumores decían que a Yaeko no le gustaban los perros. Takeshi Ando, el artista de 93 años que hizo la segunda estatua de Hachiko, situada frente a la estación de Shibuya, lo niega enfáticamente. Y con fundamentos, porque fue testigo de primera mano del cariño que se tenían.

Su padre, Teru Ando, ​​hizo la primera estatua de Hachiko, para lo cual llevó al perro a su estudio. Takeshi, entonces un niño, acompañaba a su papá.

Takeshi recuerda a un Hachiko viejo, que parecía sin fuerzas y que solía echarse en el suelo.

Sin embargo, cuando Yaeko llegó al estudio, de pronto Hachiko se levantó con tanta energía que no se podía creer que poco antes el perro luciera tan débil.

Hachiko corrió directamente hacia Yaeko.  «Fue maravilloso cómo se alegró Hachiko cuando vio a Yaeko», recuerda. (International Press)

 

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