Aconsejan a madre en Japón que no se humille ante su hijo

 

Él la maltrata y la amenaza y ella le pide perdón


Praying woman in field

S, una mujer divorciada de cincuenta y tantos años que reside en Hiroshima, tiene que aguantar a su agresivo hijo treintón. Y eso que ella le da techo.


“Él me odia. No quiere hablar conmigo. Cuando yo le hablo, se molesta”, dice S en una carta que dirige a Yomiuri Shimbun en busca de orientación.

Cuando acabó la preparatoria, su hijo encontró empleo en una compañía grande y se mudó. Sin embargo, un día, ya con 24 años encima, él la llamó para contarle que quería renunciar al trabajo y retornar a la casa materna.

S se negó, pues juzgó que su hijo tenía que pensar en su futuro. Renunciar al trabajo y volver a casa sería un retroceso en su vida.


No obstante, más adelante, el hijo se metió en un problema en la empresa y tuvo que irse. De ahí solo consiguió trabajos de medio tiempo (hasta ahora), mientras se mudaba de una vivienda a otra.

Hace tres años, el hombre volvió a decirle a su mamá que quería regresar a casa. Esta vez ella aceptó.


S vive una pesadilla. Apenas ella abre la boca para decir algo, él cierra de un portazo su habitación. Un día, mientras la mujer le hablaba, su hijo la tomó del brazo y le preguntó si “quería morir”. Ella se arrodilló y le pidió perdón.

La mujer se divorció cuando su hijo era chico. Al culminar sus estudios de primaria, lo transfirió a otra escuela. S cree que es “natural” que su hijo la odie porque cuando era chico ella nunca lo amonestó o lo felicitó cuando debería haberlo hecho.

“No tengo idea de cómo lidiar con él. ¿Cómo puedo hacerlo feliz?”, pregunta la desesperada mamá.

La abogada Sachiyo Dohi le dice, en primer lugar, que descarte la idea de que él la odia. Si así fuera, no habría retornado a su casa por decisión propia. Si lo hizo es porque cuenta con ella.

Dohi cree que S debe dejar de disculparse con su hijo, de humillarse ante él. “Usted lo educó hasta que comenzó a trabajar, por lo tanto llevó a cabo su responsabilidad como madre de manera adecuada”, le escribe a través de Yomiuri.

Si el hijo causó un problema en el trabajo, es culpa de él, no de ella, subraya la abogada.

“Además, usted permite que él viva en su casa y lo cuida, así que él no tiene derecho a culparla a usted, más bien debería darle las gracias”, añade.

Dohi le pide a S que trate a su hijo con más firmeza y seguridad en sí misma y que no permita que él la intimide. Así demostrará su amor de madre.

“Lo importante es que usted no sea servil con él”, insiste.

S culminó su carta a Yomiuri preguntando cómo podía hacer feliz a su hijo. La respuesta de la abogada es contundente: “Él debe buscar la felicidad por sí mismo”. (ipcdigital)

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