Mujer colombiana recuerda cómo fue obligada a prostituirse por la yakuza

Foto fundacionmarcelaloaiza.com

 

El sueño japonés se convirtió en una pesadilla


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La colombiana Marcela Loaiza arribó a Japón en mayo de 1999 creyendo que sería bailarina y ganaría suficiente dinero como para sacar de la pobreza a su familia. Eso le prometió la persona que organizó su viaje al país asiático.

Japón, para una joven madre soltera de escasos recursos, era la tierra de los sueños. Lo que encontró, en cambio, fue el infierno.


En una entrevista concedida a Japan Times, Marcela, que entonces tenía 21 años, recuerda que a las pocas horas de su llegada estaba en una calle de Ikebukuro, Tokio, al lado de un grupo de prostitutas extranjeras.

Como ella, las mujeres habían llegado a Japón en busca de una vida mejor, pero terminaron en manos de la yakuza.

Marcela tenía que acercarse a potenciales clientes, a quienes decía la única frase en japonés que le habían enseñado: “Ni man en” (20.000 yenes / 196 dólares).


Las extranjeras eran despojadas de sus pasaportes y encerradas en apatos compartidos. Las obligaban a trabajar como prostitutas para pagar los varios millones de yenes de “deudas” contraídas por sus gastos de viaje. La supuesta deuda de Marcela era de 5 millones de yenes (48.900 dólares).

Las mujeres estaban a merced de los mafiosos. No solo tenían que preocuparse por su propia seguridad, sino también por la de sus seres queridos. «Los traficantes saben todo de ti, te amenazan todo el tiempo. Nunca quise arriesgar la vida de mi hija y el resto de mi familia», declara Marcela a Japan Times.


 

Marcela ha quedado traumatizada. Aun retrocede cuando ve a un hombre japonés. Sin embargo, ha logrado salir adelante. Tiene una misión.

 

Su pesadilla terminó en el verano de 2001 cuando se refugió en la embajada de Colombia en Tokio. «La situación era terrible en ese entonces. Las mujeres eran tratadas como animales», recuerda un funcionario de la embajada.

Sus cerca de dos años en el país asiático son relatados en un libro cuya versión japonesa se lanzó el mes pasado para que los japoneses sepan que “hay una dura realidad en su hermoso país”.

En 2010, Marcela declaró al medio mexicano Letras Libres: “Esa niña que subió al avión rumbo a Japón, esa niña inocente, ilusionada, nunca más volvió a Colombia. La asesinó Japón. El sueño se convirtió en pesadilla”.

Marcela ha quedado traumatizada. Aun retrocede cuando ve a un hombre japonés. Sin embargo, ha logrado salir adelante. Tiene una misión.

La colombiana dirige una organización sin fines de lucro llamada Fundación Marcela Loaiza que busca crear conciencia sobre la trata de personas y socorrer a las víctimas. «Mi objetivo es eliminar la esclavitud moderna», dice.

«El daño causado por los traficantes de mujeres explotadas dejan cicatrices en sus almas para siempre». (International Press)

 

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4 Comments

  1. Japón es un país con una política de inmigración jodidamente enfermiza.

    Ellos solo quieren gente bien.

    Hay que ser bien pendejo para creerse esas mamadas de que te van a llevar siendo una bailarina.

    La verdad la verdad a estas alturas del partido y con el internet en todas partes creo que ya las que se embarcan en esos cuentos es por qué quieren.

    Personalmente creo que deberían hacer un proceso masivo de deportación de esas supuestas víctimas.

  2. Hola! Me parece muy bien, que tu madre llegara a este pais sabiendo a lo que venia «patinar» Pero no todas las mujers tenemos las mismas inclinaciones.
    Lo malo de mujeres patinadoras,es que engendran hijos de p que no respetan el dolor de otros.

    Si tienes hijas espero no esten patinando como su abuela,anque lo malo siempre se hereda.

  3. Ese el el cuentazo que todas dicen, ya saben que cuando les ofrecen trabajo en el extranjero es para venir a patinar a Japon, luego se hacen las que no sabian por favor. Me digan fui a Japon a patinar, fue un infierno y ahora escribi mi libro lo ando promocionando y vivo de eso

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