Trabajadoras sexuales japonesas migran en busca de mayores ingresos

Kabukicho, barrio rojo de Tokio (foto Manuel Cosentino / Unsplash)

 

Hasta el año pasado, una mujer de 28 años que se identifica como Chinatsu, trabajó en un prostíbulo para clientes adinerados en la ciudad de Kawasaki.


El negocio comenzó a declinar y la japonesa decidió aceptar la propuesta de un cliente habitual, un hombre chino, que la introdujo en un servicio de “escort” en Hong Kong.

Chinatsu relata su nueva vida en Hong Kong a la revista Spa, en un artículo que recoge Japan Today.

La japonesa dice que en la mayoría de casos acuerda con los usuarios encontrarse en restaurantes de hoteles de lujo, de donde van a las habitaciones de sus clientes.


La mujer cobra el equivalente a 70 mil-100 mil yenes (503-718 dólares) por sesión. Si el cliente quiere pasar la noche con ella, tiene que pagar 100.000 yenes adicionales.

En una ocasión, dice, hizo un trío con el presidente de una famosa empresa coreana y otra chica. Cada mujer recibió 200.000 yenes (1.436 dólares).

La japonesa dice que aunque los chinos tienen la imagen de ser abusivos, de acuerdo con su experiencia son “caballerosos” y “generosos” (por el dinero que le pagan).


Además de su trabajo como prostituta, Chinatsu gana una comisión de entre 30 y 40 % por conseguir chicas japonesas.

El caso de Chinatsu no es excepcional. Muchas trabajadoras sexuales japonesas han migrado ante la caída de sus ganancias en Japón, por un exceso de oferta y una disminución de la demanda, según Spa.

La revista japonesa recoge la versión de un intermediario que asegura haber arreglado que más de 2.000 japonesas trabajen como prostitutas en el extranjero.

El hombre publica en líneas ofertas de trabajo en las que ofrece varios países como opción de destino laboral.

En Dubái trabaja una japonesa que atiende a hombres de negocios en hoteles cuando cierran con éxito acuerdos comerciales.

La mujer dice que en una semana llegó a ganar 1,6 millones de yenes (11.500 dólares).

La migración no se limita a Asia.

Una mujer de 22 años, identificada como Aoi, extrabajadora en un club en Shibuya, viajó a Nueva York para prostituirse en el barrio chino de la ciudad.

La joven cobraba 12.000 yenes (86,2 dólares) por encuentros que en su mayoría duraban unos 10 minutos y en un mes llegó a ganar 5 millones de yenes (35.900 dólares).

¿Cómo introdujo en Japón tanto dinero en efectivo sin que se lo confiscaran?

“Mi solución fue convertir 3,5 millones de yenes (25.100 dólares) en artículos de marca de lujo que podía revender fácilmente en Japón”, dice. (International Press)

 

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