Nepalí que pasó 15 años en prisión en Japón pese a ser inocente aún espera disculpas

 

Govinda Prasad Mainali es un nepalí de 51 años que pasó 15 en prisión en Japón por un crimen que no cometió.


Mainali, que trabajaba como empleado en un restaurante, fue encontrado culpable por el asesinato en 1997 de una japonesa de 39 años. La sentencia se sustentó en evidencia circunstancial.

El nepalí fue liberado en 2012 después de que unas pruebas de ADN determinaron que el culpable era otro hombre. Ni bien recuperó la libertad, fue deportado a su país.

Cinco años después de su liberación y deportación, Mainali retornó a Japón, donde agradeció a los japoneses que realizaron una campaña en busca de su libertad, revela la agencia Kyodo.


El nepalí se reencontró con ellos en una emotiva reunión que contribuirá a que sus heridas sanen un poco.

Mainali cuenta que sus parientes y amigos le dijeron que no volviera a Japón, “un país peligroso». Sin embargo, él decidió viajar. “No he hecho nada malo”, dice. Además, “quería dar las gracias a los japoneses que me ayudaron».

Durante su visita a Japón, el nepalí ha visitado sitios turísticos en Tokio como Shibuya y Odaiba. El hombre se pregunta por qué en “un país maravilloso como este» existen sentencias erróneas.


Lamentablemente, las autoridades en Japón continúan cometiendo errores y entablando acusaciones falsas, según le han informado. El hombre dice que la policía y los fiscales deben investigar de manera adecuada tomándose el tiempo debido, y que los jueces deben escuchar con atención. «De otra manera, la situación no cambiará», advierte.

El nepalí dice que aún no ha recibido disculpas de la policía, los fiscales o los jueces japoneses, algo que le parece irracional e inadmisible.


El largo encierro ha dejado secuelas. Mainali tiene problemas para dormir y dice que su esposa está con él todo el tiempo cuando están en casa porque le tema a la soledad. Quedarse solo le recuerda su vida en prisión.

La cárcel le impidió ver a sus dos hijas crecer. Cuando arribó a Japón en 1994, ellas eran unas niñas. Ahora están casadas y viven en el extranjero.

“Yo deseaba poner a mis hijas en mi regazo y jugar con ellas, pero no podía. Fui privado de mi juventud, la parte más importante de mi vida”. (International Press)

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