Gobierno de Japón lo considera un indicador de la prosperidad del país
María Roldán / EFE
Asientos con calefacción, bidé incorporado y un botón que simula el sonido de una cascada para disimular ruidos incómodos. La popularidad de los sofisticados retretes nipones ha llevado al Gobierno a utilizarlos como reclamo turístico y olímpico.
Los tecnológicos sanitarios del país del sol naciente -cuyos precios pueden llegar a superar los 2.000 euros- no son nada nuevo, pero su creciente fama ha animado a Japón a considerarlos una herramienta de promoción nacional con la vista puesta en la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Fue la ministra nipona de Activación de la Mujer, Haruko Arimura, quien recientemente planteó la propuesta al considerar que los vanguardistas retretes son un instrumento perfecto para la promoción de la cultura japonesa del «omotenashi» (hospitalidad), lo que puede ayudar al turismo y de paso a su exportación.
El pasado mes de febrero, durante la celebración del Año Nuevo chino, multitud de turistas del país vecino que viajaron a Japón aprovecharon para adquirir uno de estos retretes, que se situaron entre los productos favoritos de estos turistas junto a otros como leche de bebé y joyas.
De hecho, China y Taiwán son los principales consumidores de este artículo fuera de las fronteras japonesas, explica a Efe Nariko Yamashita, del departamento de comunicación de Toto, uno de los principales fabricantes nipones de inodoros.
«A los asiáticos les gusta mucho este tipo de retretes, es algo cultural», expone Yamashita.
A pesar de haber vendido más de 36 millones de sus tecnológicos inodoros en todo el mundo y de tener presencia en más de 18 países y regiones, el japonés sigue siendo su nicho principal, algo que resulta llamativo si se tiene en cuenta que el origen de estos revolucionarios retretes no es nipón.
Tanto Lixil como Toto, las firmas líderes del sector, importaron el formato desde Suiza y Estados Unidos, donde en la década de los 60 se lanzaron productos similares como equipamiento médico.
«La situación económica en Japón era favorable, especialmente con el incremento de casas nuevas a finales de los 80 y los 90, aunque entre los japoneses no existía el hábito de limpiarse con agua el trasero y utilizar un bidé», indica Yamashita.
Miyuki Otomo, de Lixil, confiesa que hay aspectos legales que dificultad su exportación.
«En muchos países el retrete está en el mismo cuarto que la ducha o la bañera, y existen restricciones para añadir nuevas tomas de electricidad. En Japón generalmente están en habitaciones distintas, por lo que es más fácil incorporarlas», explica.
Estos sofisticados retretes están tan popularizados en el país asiático, un 77,5 por ciento de los hogares nipones cuentan con uno, que el Ejecutivo los utiliza como medidor de la prosperidad nacional.
«Para incrementar el número de usuarios fuera de Japón es importante que las gente los conozca y sobre todo sepa utilizarlos», aseguran desde Toto.
Por ello, ahora su objetivo es aumentar la promoción en el resto del mundo y conseguir primero instalarlos en reconocidos hoteles y restaurantes de todo el mundo.
Además, con el objetivo de promover un primer contacto de los extranjeros con estos productos, la compañía ha habilitado un espacio en el aeropuerto internacional de Narita especialmente dirigido a los turistas.
Ubicado en la Terminal 2 del complejo, la denominada «Gallery Toto» cuenta con 10 habitáculos abiertos al público desde el pasado mes de abril, en los que los viajeros podrán descubrir nada más aterrizar las bondades de sus refinados retretes.
El gobierno japonés también quiere aportar su granito de arena, y animado por la propuesta de la ministra Arimura, se plantea incentivar que en todo el país, los establecimientos públicos mantengan un alto nivel en sus aseos.
Entre las medidas también se ha planteado revisar las pobres instrucciones en inglés de los retretes, de forma que resulten más sencillas para los visitantes poco familiarizados con ellos y los anime a adquirir uno cuando vuelvan a su país.