¿Definen Cristiano y Ribery…? Por Jorge Barraza

Jorge Barraza

Por Jorge Barraza*

Desata pasiones, discusiones, polémicas, genera campañas a favor o en contra. Es el Balón de Oro, el célebre premio instituido en 1956 por France Football para entronizar al mejor de Europa, y ahora al del mundo, desde que unieron voluntades la revista parisina (dueña del nombre) y la FIFA, que no quería quedar afuera de tan sensacional atractivo mediático y comercial.


El 9 de diciembre se difundirá la terna que peleará por el codiciado trofeo y el 13 de enero será proclamado el ganador. No obstante, el debate comenzó el mismo 29 de octubre, cuando se conoció la lista de 23 futbolistas elegibles. Esa es la única nómina elegida “a dedo”, o sea la Comisión de Fútbol de la FIFA y un grupo de expertos de France Football determinan por consenso 23 nombres. De allí elegirán, luego, los capitanes y entrenadores de todas las selecciones del mundo y cerca de 170 periodistas vinculados a la publicación francesa o escogidos por ella. Esto es democracia pura. No hay amaño de ninguna índole. Lo que deciden Reinaldo Rueda, José Pekerman, Jorge Luis Pinto, Vicente Del Bosque o quien sea, es una votación individual. FIFA no puede decirle a Scolari, a Casillas o a Mario Yepes, “vote a tal”. Watergate o Wikileaks serían pequeños malentendidos comparados con el escándalo que se armaría. Y hasta podría costarle la cabeza al mismísimo presidente de la FIFA.

De modo que es una encuesta cristalina. Y justa: la misma gente del fútbol escoge al vencedor. Las cuatro elecciones anteriores no fueron problemáticas: Messi es muy claramente el mejor futbolista de esta época, tuvo años extraordinarios, ganando títulos, marcando 70, 80 ó 90 goles. No había mucho margen de discusión.

Esta vez es diferente. Las tres lesiones musculares de la ‘Pulga’, la primera de ellas el 2 de abril en cuartos de final ante el París Saint Germain, le despintaron un poco el palmarés y le aguaron el año. Por la cantidad de partidos ausente (en el Barcelona y en la Selección Argentina) y porque luego le lleva varios juegos más alcanzar la plenitud física. Estaba en eso -hizo dos tripletes, al Valencia y al Ajax- cuando sobrevino el último desgarro, el 10 de noviembre ante el Betis, que lo sacó de circulación hasta enero.


Lejos de las canchas el uno, crecieron notablemente las chances de los otros dos candidatos, porque no hay más: Franck Ribery y Cristiano Ronaldo.

Apoyado por una feroz campaña mediática desde Lisboa y Madrid (el Real y los medios afines al madridismo ejercen una presión brutal), Cristiano escaló a la cima de la consideración en estos días. Viene de tres meses de goles y goles, y lo rubricó con dos faenas notables en el repechaje para el Mundial: el oportunísimo gol a Suecia para el 1 a 0 en Portugal y el fabuloso triplete ante el mismo rival para vencer 3-2 y llegar al Mundial. Esta última fue, seguramente, la mejor actuación de CR7 en toda su vida. Por la importancia del juego y la categoría de los goles.

Pero, además, lleva 66 goles en lo que va del año Cristiano. Le juega en contra que no levantó ningún trofeo. Nada, cero. En eso, el Real Madrid no lo ayudó. Otro punto negativo es que muchos votantes terminan eligiendo al jugador que les gusta por encima de la campaña que haya hecho. Y Cristiano, por su egocentrismo, genera cierta animosidad. A méritos parejos, muchos podrían optar por otro candidato. Está en una fase explosiva de su juego, definida por él mismo como “el momento cumbre” de su carrera. Y tuvo su trimestre más brillante del año justo antes de la votación: septiembre, octubre y noviembre. Esto influye: siempre se recuerda más lo último que lo primero.


Ribery lleva la ventaja de la triple corona ganada con el Bayern Munich (fundamentalmente la Champions League), aunque en dicha campaña tuvo un rol importante, no determinante. El Bayern tiene un plantel vastísimo, en calidad y cantidad. Él sobresalió, aunque no “ganó por él”. Sumado a ello, redondeó un año perfecto “Scarface”. Su punto flaco: no es un goleador como los otros dos. Es un volante ofensivo de 10 a 15 goles por temporada. Y sin duda es menos jugador que Cristiano y Messi.

Leo este año conquistó la Liga Española con el Barsa y ganó la Eliminatoria Sudamericana con Argentina. Y aún faltando varias fechas por lesión, se coronó artillero junto a Luis Suárez con 10 goles. En junio fue Bota de Oro de Europa por tercera temporada consecutiva y de España por tercera vez, segunda en serie. Las lesiones le afearon el período de mayor captación de votos, que son los últimos meses del año. Sin pinchaduras, hoy Leo tendría 30 goles más. Pero en juego todavía nadie lo puede destronar. Y goza de la simpatía de una inmensa porción de sus colegas y de los entrenadores.


FIFA cometió una desprolijidad notoria, al cerrar primero y reabrir luego el proceso de elección, porque habían quedado fuera de consideración los repechajes. Lo insólito es que se puede votar de nuevo. Esto, desde ya, favoreció a Cristiano, que brilló como nunca ante Suecia. Pero está bien. No podía obviarse esa instancia. Es desatinado que una elección que se conocerá el 13 de enero se cierre dos meses y medio antes. Se tiene en cuenta el lapso de inactividad en Europa (desde el 15 de mayo al 15 de agosto) y luego no se computa el segmento caliente de noviembre y diciembre.

El resultado es totalmente incierto. Este es un premio individual, pero los títulos cuentan. Por eso Ribery asoma como favorito. Sin embargo, Cristiano viene tocando bocina y le toca el paragolpes. Cualquier sea el ganador, será muy respetable. Messi esta vez corre con una vuelta menos, lo bajaron las lesiones. De todos modos, puede ceder el Balón de Oro, aunque no el Número Uno. Ése es un título honorífico para el que juega mejor. Y eso no se discute.

(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.

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