
En un momento en que los informes sobre la expansión de la influenza son cada vez más tempranos, una nueva investigación arroja luz sobre un inesperado punto débil de la infección: la boca. Científicos han descubierto que el virus de la influenza tiene un «cómplice» que aumenta drásticamente su capacidad de infectar y agravar los síntomas.
Un equipo de la Facultad de Odontología de la Universidad Nihon (Nihon Daigaku Shigakubu) ha revelado una correlación fundamental entre la influenza y la enfermedad periodontal (Shishū-byō). El estudio concluyó que la bacteria causante de la enfermedad de las encías posee una toxina que potencia significativamente la infectividad del virus de la influenza.
EL VIRUS Y SU CÓMPLICE GINGIPAIN
La bacteria periodontal actúa como un verdadero «cómplice» (kyohansha). Para que el virus de la influenza penetre en una célula, necesita un mecanismo de «llave y cerradura»: la proteína Hemaglutinina (HA) del virus debe unirse a un receptor de ácido siálico en la superficie celular.
Aquí es donde entra el factor agravante: la toxina de la bacteria periodontal, llamada Gingipain (Jinjipain). Esta enzima actúa como un «ladrón de guante blanco» que «pica la cerradura» (pikkingu) del receptor celular, facilitando la entrada del virus a las células. La Gingipain no solo facilita la entrada, sino que escolta a las partículas virales a las células más profundas del cuerpo.
Esto crea una doble amenaza: las personas con enfermedad periodontal no solo son más propensas a infectarse con la influenza, sino también más propensas a desarrollar una enfermedad grave.

LA PRUEBA: PREVENCIÓN DIEZ VECES MAYOR
La importancia del cuidado bucal como defensa sistémica es abrumadora. Un estudio con personas mayores demostró que aquellos que recibieron cuidado bucal profesional vieron cómo la incidencia de la influenza se redujo drásticamente, disminuyendo diez veces (un 90%) su riesgo de infección.
Además de facilitar la infección, el «cómplice» bacteriano puede reducir la eficacia del tratamiento. Se ha sugerido que las toxinas de la enfermedad periodontal pueden inhibir la acción de los medicamentos antivirales como Tamiflu o Relenza, dificultando que el cuerpo frene la propagación de la infección.
La mayor trampa es que la enfermedad periodontal es conocida como la «Enfermedad Silenciosa» (Chinmoku no Byōki). Aunque reconocida por el récord Guinness en 2001 como la infección más extendida del mundo, en sus etapas iniciales es asintomática. El efecto de adormecimiento de las encías y la insensibilización del olfato hacen que el paciente no perciba el dolor ni el mal aliento, permitiendo que la enfermedad progrese sigilosamente.
La única pista del avance del Shishu-byo es el sangrado de las encías durante el cepillado.
EL CUIDADO BUCAL PROFESIONAL
Sabiendo que la bacteria es el «cómplice», la estrategia de prevención es clara: debilitar al colaborador.
La placa (el foco de las bacterias) debe ser eliminada mediante la limpieza profesional en el dentista, ya que el sangrado y la enfermedad avanzada no pueden ser controlados solo con el cepillado en casa. Complementariamente, se debe mejorar el cuidado personal usando hilo dental y cepillando la lengua.
Finalmente, la saliva actúa como una «barrera natural» reforzada por la inmunoglobulina IgA. Estimular la producción de saliva masticando bien ayuda a neutralizar los virus invasores. A partir de ahora, a las medidas tradicionales de prevención —lavado de manos, gárgaras y mascarilla— debe sumarse el cuidado bucal como un arma esencial contra la influenza. (RI/AG/IP/)
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