Por su parte, los enfrentamientos entre Rusia y Ucrania, así como los recientes choques entre Israel y Hamás, son pruebas de un entramado global de conflictos que recuerdan a los preludios de las grandes guerras del siglo XX. Estos choques localizados erosionan las líneas divisorias entre los conflictos regionales y las luchas de alcance mundial, ampliando el alcance de una nueva contienda global que ya estaría en marcha.
IMPACTO EN EL MUNDO EMPRESARIAL
La posibilidad de una guerra mundial afecta directamente al ámbito empresarial, desde las cadenas de suministro hasta la estabilidad económica global. Jamie Dimon advirtió que los líderes empresariales deben prepararse de inmediato, desarrollando estrategias para mitigar riesgos y adaptarse a un entorno inestable.
Prepararse no significa solo enfrentar riesgos. Según Forbes Japón, las empresas pueden identificar oportunidades para contribuir de manera ética a los esfuerzos globales, como el fortalecimiento de cadenas de suministro resilientes, inversiones en reconstrucción de infraestructuras y participación en iniciativas humanitarias. Estas acciones no solo cumplen con la responsabilidad social corporativa, sino que también posicionan a las empresas como aliados confiables en tiempos de crisis.
La Tercera Guerra Mundial, si se acepta que ya ha comenzado, se caracteriza por su fragmentación y su impacto continuo, en lugar de un estallido masivo y único.
LA NUEVA GUERRA
El conflicto actual difiere significativamente de las guerras mundiales del pasado. Como escribió Carl von Clausewitz en De la guerra: “Cada época tiene su propio tipo de guerra, con sus propias restricciones y prejuicios particulares”.
La Tercera Guerra Mundial, si se acepta que ya ha comenzado, se caracteriza por su fragmentación y su impacto continuo, en lugar de un estallido masivo y único. Este conflicto probablemente evolucione en fases intermitentes, con momentos de aparente calma que no deben confundirse con el fin de la crisis.
Líderes como Emmanuel Macron y Rory Walker han advertido sobre la posibilidad de una guerra abierta con Rusia en los próximos años. Ante este panorama, es vital que los gobiernos y las empresas no sean complacientes, sino que se preparen para un futuro marcado por la inestabilidad global. (RI/AG/IP/)