¿Es posible prevenir el cáncer? Verdades y mitos de la alimentación y el ejercicio

El ejercicio es clave para reducir el riesgo de cáncer
El ejercicio es clave para reducir el riesgo de cáncer
 
El cáncer, una de las principales causas de mortalidad en el mundo, sigue siendo objeto de numerosos estudios que buscan entender su origen y, sobre todo, cómo prevenirlo. A pesar de que el envejecimiento es uno de los factores clave en el desarrollo de esta enfermedad, existen diversos métodos para reducir el riesgo de padecerla. Entre ellos, el control del peso, la actividad física regular y una alimentación equilibrada juegan un papel fundamental.

El índice de masa corporal (IMC) es una herramienta clave para determinar el peso ideal y su relación con la salud. Este indicador se calcula dividiendo el peso en kilos por la altura en metros al cuadrado. Estudios han demostrado que tanto el sobrepeso como la delgadez extrema pueden aumentar el riesgo de desarrollar cáncer. En concreto, se ha señalado que el IMC ideal para reducir el riesgo de cáncer en hombres japoneses oscila entre 21 y 27, mientras que en las mujeres es recomendable mantenerse entre 21 y 25.

La obesidad, además de estar asociada a diversas enfermedades como la diabetes y problemas cardiovasculares, también favorece un ambiente en el que las células normales pueden transformarse en células cancerosas. Sin embargo, estar demasiado delgado tampoco es la solución, ya que el bajo peso también puede debilitar el sistema inmunitario y aumentar la susceptibilidad al cáncer.


LA IMPORTANCIA DEL EJERCICIO FÍSICO

El ejercicio regular no solo es esencial para mantener un peso saludable, sino que también juega un papel crucial en la prevención del cáncer. Se ha comprobado que quienes realizan actividad física de manera regular presentan una menor incidencia de esta enfermedad.

El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón recomienda al menos 60 minutos de actividad física diaria para los adultos y 40 minutos para los mayores. Esto puede incluir caminatas, ejercicios aeróbicos o entrenamiento de fuerza, actividades que ayudan a mantener un ambiente interno saludable y a fortalecer el sistema inmunológico.


Además de reducir el riesgo de cáncer, la actividad física también es beneficiosa para la prevención de otras enfermedades graves, como los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades cardíacas.

Consumir bebidas o alimentos excesivamente calientes puede aumentar el riesgo de cáncer de esófago.

ALIMENTOS: MITOS Y REALIDADES

En cuanto a la dieta, la información contradictoria sobre qué alimentos prevenir o consumir para evitar el cáncer es abundante. Sin embargo, no existe ningún alimento mágico capaz de prevenir el cáncer por sí solo. La clave está en una alimentación equilibrada, rica en frutas y verduras, y con un consumo moderado de carnes procesadas y alimentos ricos en sal, que han sido relacionados con un mayor riesgo de desarrollar cáncer, en particular el de estómago.


El Ministerio de Salud recomienda la ingesta diaria de al menos 350 gramos de verduras y 200 gramos de frutas para asegurar una dieta equilibrada y reducir el riesgo de cáncer. Por otro lado, se aconseja reducir la cantidad de alimentos procesados, como el jamón o las salchichas, y de carnes rojas, que en exceso pueden aumentar el riesgo de algunos tipos de cáncer.

Un aspecto menos conocido, pero igualmente importante, es la temperatura de los alimentos. Consumir bebidas o alimentos excesivamente calientes puede aumentar el riesgo de cáncer de esófago. Esto se debe a que el calor excesivo puede dañar las células del esófago, creando un ambiente propicio para la aparición de células cancerosas. Por lo tanto, es recomendable dejar que los alimentos se enfríen un poco antes de consumirlos. (RI/AG/IP/)


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