La mujer frecuentaba un club de anfitriones, atendido por hombres que entretienen a las clientas, en el barrio rojo de Kabukicho, Tokio.
La residente en Tokio contrajo una gran deuda por sus consumos en el local. No podía pagarla y un anfitrión le dijo que hay mujeres que ganaban hasta 8 millones de yenes (53.000 dólares) en el extranjero.
El empleado del club le presentó a un hombre que decía ser un “agente de prostitución en el extranjero”, recuerda la mujer, cuyo testimonio recoge Mainichi Shimbun.
El “agente” le ofreció varios posibles destinos, entre ellos Estados Unidos y Australia.
Ella eligió Macao, el más cercano a Japón.
Aterrizó en Macao en junio de 2023 y fue enviada a un sauna situado en el sótano de un hotel donde también había otras japonesas prostituyéndose.
Trabajaba de 6 p. m. a 5 a. m. y atendía a los clientes en una habitación adyacente a las saunas.
Fue una experiencia terrorífica. “Siempre sentí que mi vida estaba en peligro cuando estaba con los clientes”, dice.
Había usuarios que eran violentos con ella o la presionaban para que no usara anticonceptivos.
Además, la comunicación era difícil debido a la barrera del idioma.
La japonesa cayó enferma y a la semana de arribar a Macao retornó a Japón.
Todo lo que ganó fue a manos del “agente” (parte de ese dinero probablemente llegó al anfitrión que los presentó).
Nada quedó para la mujer, que además tuvo que cubrir los pasajes de avión.
Tras el trauma sufrido, la japonesa, una persona en la cuarentena, dice: “Nunca volveré a dedicarme a la prostitución en el extranjero”.
En declaraciones a Mainichi, Julian Ryall, corresponsal en Japón del periódico hongkonés South China Morning Post y conocedor del tema, advierte sobre los riesgos que enfrentan las prostitutas japonesas en el extranjero.
Están controladas y son víctimas potenciales de abusos por parte de las organizaciones criminales que las han llevado al extranjero, y que además las van a obligar a tener siempre relaciones sexuales para maximizar sus ganancias.
También son vulnerables ante las autoridades locales, pues si han viajado con visa de turista entonces están trabajando ilegalmente.
Por su parte, un policía de Tokio señala otro peligro: algunas mujeres son obligadas por sus clientes a consumir drogas. (International Press)