Atsushi Ogawa, un hombre de 56 años, lleva unos 15 vendiendo refrescos ramune en un puesto cerca del Templo Sensoji, en Asakusa, un popular destino turístico en Tokio.
La gran afluencia de visitantes le permite ganar unos 30.000 yenes (198 dólares) al día.
Además, su trato agradable atrae a clientes que a menudo se hacen fotos y videos con él.
Sin embargo, detrás del afable vendedor ambulante está un yakuza conocido como Katayama, miembro de alto rango de la familia Yaneya, adscrita a la banda Sumiyoshi-kai, revela el portal Sora News 24.
El yakuza Katayama sacó las garras en septiembre pasado, cuando un hombre disfrazado de ninja se acercó demasiado a su “territorio” para repartir volantes al público con el fin de ofrecer una experiencia ninja.
A Katayama no le gustó la “invasión” y le advirtió al ninja de que el lugar donde estaba haciendo propaganda era su espacio y que para usarlo tendría que pagarle 10.000 yenes (66 dólares) al mes.
“Soy Katayama de la familia Yaneya”, le dijo.
El incidente llegó a oídos de la policía de Tokio, que este mes arrestó al yakuza y registró su casa y las oficinas de su banda.
Katayama negó haber amenazado al ninja y aseguró que solo le había dado una advertencia porque estaba siendo maleducado.
Dicho sea de paso, en las redes sociales varias personas han expresado su sorpresa por el hecho de que un yakuza de alto rango trabaje como vendedor ambulante. (International Press)
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