Han pasado casi dos meses desde que Japón comenzó a liberar agua tratada de la central nuclear de Fukushima en el mar.
China rechaza el plan y su disconformidad se expresa en las llamadas molestas que realizan sus ciudadanos a la embajada japonesa en Pekín e instituciones gubernamentales en el mismo Japón.
Pese al tiempo transcurrido, el acoso telefónico no ha cesado.
Hideo Taru, embajador de Japón en China, reveló que la embajada japonesa recibe alrededor de 15.000 llamadas molestas al día.
Durante un foro sobre los lazos chino-japonesas, el embajador dijo que las percepciones de los ciudadanos de ambos países con respecto a los otros se han deteriorado debido al vertido de agua de Fukushima, entre otros asuntos.
Cada vez es más difícil construir unas relaciones chino-japonesas “constructivas y estables”.
Para revertir la situación, es necesario “recuperar la racionalidad”.
Haru abogó por el incremento de los intercambios entre ambos partes e insistió en la racionalidad como instrumento para lidiar con los problemas que los enfrentan. (International Press)
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