Exyakuza que rehízo su vida: “Me vieron sin prejuicios, como a un ser humano”

Yakuza

 

En la década de 2020, alrededor de 5.900 personas que pertenecían a la yakuza abandonaron la mafia con ayuda de la policía (entre otras organizaciones). Sin embargo, solo el 3,5 % de ellos consiguió trabajo.


El magro porcentaje saca a la luz la dificultad que tienen los excriminales para reinsertarse en el mercado laboral -y en la vida civil por extensión-, y el riesgo de que sin empleo ni dinero recaigan en el crimen.

Uno de los pocos afortunados es un hombre que en 2018 acudió a la policía de Tokio para pedir ayuda: después de tres años en la yakuza, quería dejarla. Tenía entonces 27 años.

La policía le dijo que no respondiera a los intentos de la organización criminal para que volviera al redil.


Abandonar la yakuza fue solo el primer paso. El siguiente, buscar trabajo, algo con lo cual el joven no estaba familiarizado porque jamás lo había hecho. “No sabía cómo buscar trabajo”, le confiesa a Mainichi Shimbun. Ni siquiera sabía usar una computadora.

Para ayudarlo, la policía lo envió al Centro de Tokio para la Eliminación de Organizaciones Criminales, que aconseja a exyakuza sobre cómo hallar empleo.

Para que un excriminal pueda encontrar trabajo, no alcanza con la ayuda de la policía u organizaciones como la mencionada. También se necesitan empresas o negocios dispuestos a ofrecerle la oportunidad de trabajar.


El exyakuza fue aceptado por una compañía que realiza mantenimiento de equipos hoteleros, entre otros servicios. En el trabajo, su jefe le enseñó a usar una computadora.

Le fue tan bien que un año después fue promovido a jefe de sección. “He podido llegar hasta aquí porque incluso las personas que sabían que yo era un exyakuza me vieron sin prejuicios, como a un ser humano”, dice.


En la empresa hablan muy bien de él. Lo califican como una persona decente, con una actitud muy seria hacia el trabajo y con determinación para dejar atrás su pasado criminal.

Un hombre en la cuarentena que abandonó la yakuza en 2013 y que ha podido rehacer su vida, revela a Mainichi las dificultades por las que atraviesa un excriminal para encontrar trabajo.

Por ejemplo, un exmiembro de la yakuza no puede abrir una cuenta bancaria hasta cinco años después de que la dejó. Un lustro durante el cual la persona debe explicar por qué no puede tener una cuenta de banco, lo cual hace más difícil la obtención de un empleo.

Los exyakuza que no pueden encontrar trabajo, sin dinero, pueden recaer en el crimen. Vuelven a sus antiguas bandas y, entre otras actividades delictivas, se dedican a la venta de drogas.

Además, conseguir trabajo no necesariamente significa que el exyakuza pueda rehacer plenamente su vida y enterrar definitivamente su pasado. Sus tatuajes o sus manos sin algunos dedos, residuos de su vida criminal, hacen difícil su reinserción.

La labor de la policía es crucial. Para estimular a las empresas a aceptar a exyakuza como trabajadores, la policía de la prefectura de Fukuoka, por ejemplo, ofrece hasta 720 000 yenes (6 250 dólares) por cada excriminal contratado.

Un programa de incentivos similar tiene la policía de Hyogo, prefectura donde las mayores organizaciones criminales de Japón, Yamaguchi-gumi y Kobe Yamaguchi-gumi, tienen su base.

Por su parte, el Centro de Tokio para la Eliminación de Organizaciones Criminales proporciona un máximo de 300.000 yenes (2 600 dólares) a las empresas que contratan a un exyakuza. (International Press)


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