Testimonio: Fue un golpe a la cabeza y a los pies de Sendero. Por Michel Azcueta

 

Al escribir sobre el aniversario de la captura de Abimael Guzmán y de su muerte, quiero resaltar, en primer lugar, mi homenaje a todos los que han muerto por culpa de Abimael y Sendero Luminoso.

En 1992 en Villa El Salvador estábamos con amenazas reales: habían asesinado a María Elena Moyano el 15 de febrero, asesinaron también a su sucesor en la teniente alcaldía Rolado Galindo, al matrimonio Pantigoso, padres de numerosos hijos, al mayor Guillermo Pércovich, comisario de Villa El Salvador con aquél terrible coche bomba, por lo que muchos dirigentes del distrito, como el alcalde Yoni Rodríguez, el propio párroco Gregorio Chisson, dirigentes comunales y femeninos y yo mismo, no dormíamos en Villa El Salvador, después de pasar el día trabajando en la Comunidad.

Precisamente, aquel día 12 de setiembre, ya de noche, estábamos en Miraflores cuando hubo una llamada de la policía a los miembros de seguridad que nos acompañaban que comenzaron a gritar “bingo, bingo…capturaron a Abimael…!!”, mientras asombrados confirmaban ya la noticia que, aquella noche, dejó despierto a Lima y a todo el Perú.

Inmediatamente siguieron las entrevistas de diferentes medios para preguntar por el significado de la captura y, muy seguro, contesté: “Es un golpe a la cabeza y a los pies de Sendero” por varias razones: una por el endiosamiento de Abimael por todos sus seguidores, colocándole al nivel de Marx, Lenin y Mao.

No eran tantos como parecía por lo que la captura terminaba con el dirigente histórico y deshacía, políticamente hablando, la organización.

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Dos, por el mismo carácter terrorista de Sendero Luminoso que al elegir ese tipo de organización no se trataba de mucha gente, sino un número reducido, clandestino, que es el adecuado para cometer actos terroristas como la destrucción de torres eléctricas, asesinar a un policía de tránsito, entrar a una comunidad campesina o nativa o asesinar a un dirigente campesino, sindical o municipal.

No eran tantos como parecía por lo que la captura terminaba con el dirigente histórico y deshacía, políticamente hablando, la organización.

En Villa El Salvador vivimos el terror y nos enfrentamos a él. Nuestro lema desde siempre era y es “Paz con Justicia Social”, hicimos la primera marcha por la paz, y, justo en esos años difíciles, recibimos el Premio Príncipe de Asturias y el reconocimiento de Naciones Unidas como “Ciudad Mensajera de la Paz” que nos entregó Javier Pérez de Cuellar, cuando se había logrado ya el Parque Industrial dirigido por los propios pobladores.

Todo ello explica el interés de Sendero por nuestra Comunidad, por destruir físicamente nuestro modelo de desarrollo comunal con dirigentes sociales y políticos de Izquierda Unida. Estuvimos muy solos en Lima, que parecía no reconocer los horrores que estaba viviendo el Perú hasta el atentado de Tarata que mereció, igual que el asesinato de María Elena, el repudio nacional e internacional y la declaración universal de Sendero Luminoso como grupo terrorista.

Todos recordamos la histórica marcha conjunta por la paz de los vecinos Villa El Salvador y Miraflores que fue y sigue siendo la mejor manifestación de la condena al terrorismo.

La captura de Abimael fue el comienzo del fin de Sendero Luminoso como fuerza política. Ahora, con su muerte, el conjunto de la sociedad nacional y el Gobierno no debemos transar con nadie que crea en la violencia y en el terror como medio de alcanzar objetivos políticos, más aún cuando históricamente se demuestra que quienes sufren más esa violencia son los sectores populares como, lamentablemente, ocurrió en Perú.

La violencia nunca será la solución a los problemas sociales ni palanca para el desarrollo económico personal y colectivo. El Perú necesita cambios profundos. Hagámoslos de una vez en democracia basándonos siempre en un lema heroico: PAZ CON JUSTICIA SOCIAL.

*ExAlcalde de Villa El Salvador