Ante las actividades, discursos, enfrentamientos, críticas verdaderas y falsas que hemos vivido en estos primeros días del Gobierno de Pedro Castillo, vuelve a ponerse sobre el tapete la necesidad de acuerdos entre todos los actores ya sean políticos (Ejecutivo y Legislativo; Ejecutivo, gobiernos regionales y locales), económicos (Gobierno, empresarios grandes, medianos y pequeños) y sociales (Presidente, ministros y organizaciones populares del campo, de la ciudad, de regiones mineras, etc.)
Ante ello surgen varias propuestas, algunas más sinceras que otras, que buscan articular posiciones y llegar a compromisos concretos para poder avanzar en el Perú en democracia y atendiendo no solo los problemas urgentes sino el desarrollo integral del país.
Una de ellas es revitalizar el Acuerdo Nacional, institución creada en los meses del gobierno de transición de Valentín Paniagua y de Alejandro Toledo, logrando objetivos en varios aspectos y con secretarios ejecutivos que han merecido siempre el respeto y la confianza de toda la sociedad, siendo todos ellos, pieza fundamental en el funcionamiento del Acuerdo.
¿Por qué no ha tenido una influencia mayor el Acuerdo Nacional? Simplemente por la debilidad institucional en la que, desde hace décadas, nos movemos como sociedad y como Estado.
Si la base del Acuerdo Nacional son los representantes de los partidos presentes en el Congreso, de las organizaciones sindicales, empresariales, religiosas, de los gobiernos municipales y regionales, junto con el Ejecutivo que lo preside, y la mayoría de dichas organizaciones no funcionan como debe ser y, generalmente, lo que se prueba en la mañana en las reuniones del Acuerdo Nacional, el mismo día, a la tarde en el Congreso, en las otras organizaciones hacen todo lo contrario y con partidos políticos que no incorporan en sus planes las políticas de Estado aprobadas por unanimidad, la eficacia del Acuerdo Nacional queda por los suelos….de ello podría poner muchos ejemplos al haber sido testigo directo durante varios años.
El Acuerdo Nacional es una gran iniciativa, sin lugar a dudas, pero si no hay un fuerte y sincero funcionamiento democrático en todas las instituciones señaladas, comenzando por el propio Ejecutivo y los partidos políticos, es imposible que tenga resultados positivos más allá del acierto de muchos documentos salidos de su seno.
En las presentes circunstancias, con un nuevo Ejecutivo que no termina de cohesionarse entre sí, con un Congreso con partidos y congresistas nuevos, con poca experiencia de concertación, con instituciones gremiales y sindicales divididas, y, añadiría, con un ambiente general de confrontación, es realmente muy difícil que el actual Acuerdo Nacional se instale y tenga éxito.
Sin embargo, necesitamos una estructura segura para alcanzar la necesaria concertación nacional que se base en OBJETIVOS MINIMOS COMUNES A TODOS LOS PERUANOS. En medio de las diversas crisis que estamos viviendo, el Perú sí puede unirse para alcanzar en democracia esos objetivos mínimos comunes, aceptados por todos los sectores sociales y políticos, si se definen de manera concreta, con sinceridad absoluta, con un fuerte compromiso institucional y demostrando, en el corto plazo logros concretos que generen confianza en la mayoría de peruanos. ¿Qué falta? Un nuevo liderazgo convocante, dialogante y confiable. ¿Se atreverá a intentarlo el presidente Castillo?
*exAlcalde de Villa El Salvador.
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