Víctimas de sacerdotes en Japón alzan la voz

Durante su reciente estadía en Japón, el papa Francisco centró sus discursos en la amenaza que representan las armas nucleares, pero no se refirió a los casos de abuso sexual perpetrados por sacerdotes en el país, donde no han tenido mucha repercusión posiblemente porque menos del 0,5 % de la población es católica y no existe la costumbre de alzar la voz públicamente para no romper la armonía social.


Katsumi Takenaka y Harumi Suzuki han sido víctimas de sacerdotes. Ambos solicitaron una reunión con Francisco, pero no obtuvieron respuesta.

La agencia Associated Press conversó con Takenaka y Suzuki para conocer su historia.

Takenaka fue víctima de un sacerdote cuando era un niño en el Hogar de Niños Salesianos en Tokio, donde fue reubicado después del divorcio de sus padres.


Después de ser agredido por otros niños en el hogar, Takenaka se reunió con el sacerdote, quien le pidió que se quitara la ropa para revisar sus heridas. El religioso comenzó a manosearlo y la vejación fue escalando en gravedad. La pesadilla para el niño duró varios meses hasta que el sacerdote, un alemán, fue transferido.

Takenaka recuerda que el sacerdote le dijo que si le contaba a alguien acerca de los abusos se iría directo al infierno y le regaló dulces y estampillas del extranjero.

El hombre se llamaba Thomas Manhard. En Alemania confirmaron que estuvo en Japón hasta 1985, cuando retornó al país europeo. Murió al año siguiente.


El arzobispo de Nagasaki, Joseph Mitsuaki Takami, se disculpó públicamente con Takenaka este año. El hoy sexagenario cree que las disculpas fueron “sinceras a su manera”, pero echa en falta una postura activa de la Iglesia contra los abusos, pronunciándose abiertamente sobre los casos.

Harumi Suzuki fue violada por un sacerdote en 1977. «Estoy llena de tristeza e indignación», dice la mujer entre lágrimas.


«Quiero recuperar mi dignidad”, enfatiza Suzuki, que decidió actuar haciendo público su caso. La enfermera representa en Japón a la organización estadounidense SNAP, que agrupa a víctimas de sacerdotes.

Suzuki revela a AP que acudió al sacerdote en busca de ayuda debido a que su esposo la golpeaba.

En vez de ayudarla, el religioso la levantó en brazos y la llevó hasta una cama. «No podía escapar ni gritar», recuerda. En shock, incapaz de procesar el tormento que estaba viviendo, de pronto tenía al sacerdote desnudo encima de ella.

La diócesis de Sendai encargó a un panel de abogados que investigara el caso en 2016. La investigación concluyó que el acto sexual probablemente ocurrió, pero que no podía establecer ninguna responsabilidad penal o civil debido al paso del tiempo y a que el sacerdote podría haber pensado que el sexo fue consensuado.

Suzuki niega haber dado su consentimiento y confiesa que el trauma le ha impedido volver a pisar una iglesia.

El obispo de Sendai, Martin Testuo Hiraga, se ha reunido varias veces con la enfermera. SIn embargo, dice que el tema es de difícil resolución porque el acusado niega haber tenido relaciones sexuales con la víctima. «No sé qué hacer», admite el obispo.

Este año, la Conferencia Episcopal de Japón lanzó una investigación a nivel nacional sobre el abuso sexual a mujeres y niños, pero hasta ahora no se conoce ningún resultado, ni tampoco cuándo estaría listo. (International Press)

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