Fast Retailing, la compañía japonesa que opera la cadena de tiendas de ropa Uniqlo, está haciendo mucho por los refugiados. Desde 2016, ha donado 5,5 millones de dólares a las Naciones Unidas para apoyar a los refugiados en Asia.
Además, emplea a 50 refugiados en sus locales de Uniqlo: 39 en Japón, siete en Alemania y cuatro en Francia. Empezó con esta práctica en 2011 y se ha trazado como meta emplear a 100, revela la agencia Kyodo.
Su buen ejemplo se está expandiendo. La agencia de viajes H.I.S. ha comenzado a contratar refugiados.
Uno de los refugiados que trabajan en Uniqlo es una mujer de 36 años que nació en Etiopía y que huyó a Japón en 2007. La africana está casada con un japonés, con el que tiene un hijo.
Antes trabajaba empacando bento, una tarea agotadora que le causaba dolores de espalda. Ahora está muy contenta. «Siempre he estado interesada en la moda. Me gusta mucho trabajar en Uniqlo”, dice.
«Estoy muy feliz desde que estoy en un trabajo estable», añade.
Una vocera de relaciones públicas de la compañía japonesa destaca que los refugiados han contribuido a crear un ambiente de trabajo positivo. «Son muy alegres y su positividad se contagia a otros empleados».
Uniqlo no exige a los extranjeros el dominio del idioma japonés, pero el solicitante debe tener el estatus de refugiado o haber obtenido un permiso especial para permanecer en Japón por motivos humanitarios.
La barrera del idioma, sin embargo, es un obstáculo para que los refugiados puedan encontrar trabajo y rehacer sus vidas en Japón.
Hiroaki Ito, funcionario de la Asociación de Refugiados, una organización con sede en Tokio que ayuda a los refugiados a encontrar empleo, declara a Kyodo que estos trabajan en fábricas, construcción o hacen labores de limpieza, tareas que pueden realizar sin necesidad de hablar el idioma.
La asociación ofrece educación básica en idioma japonés y estilo de vida a los refugiados en sus primeros meses de estadía en Japón. Ha ayudado a 396 personas a conseguir trabajo.
Los solicitantes de refugio en Japón pueden trabajar seis meses después de presentar su solicitud. Mientras esperan, reciben ayuda financiera del gobierno japonés o de la Asociación de Refugiados.
Volviendo al problema del idioma, la situación se dificulta debido a que muchos, además de no hablar japonés, tampoco hablan inglés. Incluso algunos son analfabetos, explica Ito.
Las empresas que emplean a los refugiados suelen ser aquellas que sufren escasez de mano de obra. El aporte de los extranjeros es muy importante.
UNA NUEVA VIDA
Aunque Japón es el tercer mayor proveedor de ayuda financiera a los refugiados después de Estados Unidos y la Unión Europea, acepta a poquísimos: en 2016, solo aceptó a 28 refugiados de un total de 10.901 solicitantes. Y eso que Japón enfrenta el envejecimiento y la disminución de su población, y necesita mano de obra.
Un refugiado sirio que trabaja en una tienda de Uniqlo en Alemania cree que Japón debería ser más comprensivo con la situación de las personas como él, que desean comenzar una nueva vida sin amenazas de persecución.
El refugiado explica a Kyodo que ellos no buscan una «vida fácil», sino «comenzar una nueva vida».
Por su parte, Ito dice que espera que otras compañías sigan los pasos de Uniqlo, algo que puede ayudar a impulsar la economía japonesa.
“Pienso que habrá un cambio cuando a los japoneses no les importe que la persona que esté trabajando a su lado sea japonés o extranjero. De hecho, creo que eso es lo más importante”, dice. (International Press)
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