Con momentos de buen fútbol, garra y mucha tenacidad, Perú consiguió hoy torcerle el cuello a más de tres décadas de fracasos en la carrera mundialista y, liderado por un Jefferson Farfán, consiguió el último boleto disponible para la Copa del Mundo de Rusia 2018.
Ante un Estadio Nacional cubierto de bote a bote por fanáticos blanquirrojos que no dejaron de alentar a lo largo de los 95 minutos de juego, Perú le hizo frente a sus propios demonios y, como señaló hoy el joven periodista Bryan Paredes, derrotó «esa sombra, como la tentación del fracaso» de la que escribió Julio Ramón Ribeyro.
«El presentimiento de la derrota está muy lejos. Esa sombra, como la tentación del fracaso ribeyreana, que asfixia más en los días luminosos, se ha largado y ojalá no vuelva más al Estadio Nacional», escribió hoy Paredes.
Y Perú lo hizo guiado por un Jefferson Farfán inspirado y convertido en el líder que exigía el reto de romper con 36 años sin ir a un Mundial, desde el ya lejano España 1982, que ahora será, por fin, un buen recuerdo.
Farfán estuvo a la altura de los galones de su amplia carrera deportiva y tomó la posta que dejó el capitán y goleador Paolo Guerrero, suspendido por la FIFA para los partidos de la repesca ante Nueva Zelanda por un presunto caso de dopaje.
‘La Foquita’ fue hoy, en el Estadio Nacional de Lima, la figura de un Perú con momentos superlativos, en un partido en el que nadie decepcionó, desde el portero Pedro Gallese, sobrio en las pocas ocasiones en que fue exigido, hasta el lateral derecho Luis Advíncula, otro de los jugadores con alta calificación.
Pero también estuvieron en el tope del rendimiento, y se graduaron hoy jóvenes como Christian Cueva, Raúl Ruidiaz, Andy Polo y Miguel Trauco, la renovación que forjó, alentó y ‘bancó a muerte’ el seleccionador Ricardo Gareca.
‘El Tigre’ pagó con creces el compromiso que asumió al aceptar la dirección técnica de un Perú que muchas veces estuvo en el ‘casi’, pero desde los años ochenta se quedó en el camino al Mundial.
Y lo hizo precisamente él, que fue el delantero argentino que dejó, con un gol a nueve minutos del final, a Perú fuera del Mundial de México 1986 que, finalmente, ganó la Argentina de Diego Armando Maradona pero en el que, por ironía, no estuvo entre los convocados.
Pero en el logro y la fiesta de hoy, también los fanáticos pusieron las gargantas y cumplieron la promesa de que hoy, ante Nueva Zelanda, no jugaban once, sino 30 millones de peruanos.
Los hinchas rompieron también con la leyenda de que el Nacional no es una caldera y, cuando las cosas se ponen mal, caen en el desaliento. Nada más alejado de lo que hoy se vivió.
Para los peruanos hoy se rompió un mito futbolístico, el del fracaso ribeyriano, pero también el que parafraseaba la frase más célebre del premio Nobel Mario Vargas Llosa: «¿en qué momento se jodió el fútbol peruano?».
Eso quizá nunca se sepa y, en realidad, ahora importa poco a los jóvenes hinchas que hoy vieron a su selección entrar en la elite de las competiciones mundiales.
Nadie faltó a esa fiesta. Ni el capitán Paolo Guerrero, presente en las camisetas que mostraron los jugadores antes del partido, y en las tribunas, cuando al final 45.000 peruanos corearon «Paolo, Paolo, Paolo».
Al que ahora sueñan con ver en Rusia 2018 junto a Farfán, Cueva, Ruidiaz, Polo, Gallese, Trauco, Rodríguez, Flores, Gallese, Tapia, Ramos, Advíncula, Carrillo y Zela, los tigres de Gareca que hoy saltaron el campo del Nacional para hacer historia. (David Blanco Bonilla/EFE)
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