Que un jefe de Estado acuda al Parlamento es parte de su tarea. Sin embargo, más no necesariamente significa mejor. Cantidad y calidad no siempre van de la mano.
Una investigación del diario Nikkei halló que en los últimos seis años, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y sus predecesores asistieron en promedio a más de 90 sesiones parlamentarias al año.
Mucho si se compara con las 36 sesiones parlamentarias en las que participó el primer ministro británico entre diciembre de 2008 y noviembre de 2009; las doce en Francia entre julio de 2007 y julio de 2008; y las once en Alemania entre noviembre de 2009 y noviembre de 2010.
¿Es necesario que el primer ministro de Japón asista tanto al Parlamento?
Robert Campbell, profesor estadounidense de literatura japonesa en la Universidad de Tokio, sostiene que la presencia de Abe ayuda poco a profundizar las deliberaciones.
En gran parte del mundo parece haber acuerdo en que la mayoría de las veces los mandatarios son más productivos fuera del Parlamento.
Ahora bien, no es tan fácil como decir: entonces que Abe no vaya tanto a la Dieta y asunto resuelto.
La Constitución de Japón estipula que el primer ministro debe participar en las sesiones de la Dieta cada vez que sea requerido.
Aunque la coalición gobernante y la oposición acordaron limitar la asistencia del primer ministro a las sesiones plenarias en que se discutan proyectos de ley importantes, en la práctica el acuerdo es letra muerta, sostiene Nikkei.
Los partidos de oposición prefieren escuchar directamente al primer ministro. Así que lo llaman a cada rato y él debe acudir por mandato constitucional.
Yutaka Onishi, profesor de la Universidad de Kobe, duda sobre el valor de debatir la misma legislación en ambas cámaras con presencia del primer ministro.
Mucho debate repetitivo que el primer ministro podría ahorrarse para emplear ese tiempo en asuntos más productivos. (International Press)
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