Por @JorgeBarrazaOK
Después de un matrimonio de seis años, el divorcio entre la FIFA y France Football supuso una división de bienes: la revista francesa se quedó con la propiedad, su ya legendario Balón de Oro, ganado por Cristiano Ronaldo el pasado 12 de diciembre, y el Vaticano del fútbol decidió crear un nuevo galardón para el mejor del mundo de cada año: el The Best. ¿Cuál de los dos tiene más valor…?
El nombre Balón de Oro es en sí mismo fascinante, tiene el tinte de lo consagratorio, lo imperecedero. Y también la tradición: nació en 1956 y buena parte de los más grandes futbolistas lo conquistaron. Por algo FIFA pagó una verdadera fortuna a la empresa editora para poder utilizarlo y compartirlo. Pero el de France Football fue siempre un galardón constreñido a la elección de los periodistas, y no todos, apenas uno por país, de alrededor de 165 países. En muchos casos, periodistas muy poco conocidos en sus propios medios. En 2016 se dio a participar también al público mediante votación por Internet. He aquí la poca confiabilidad de este tipo de sufragio: el francés-argelino Riyad Mahrez fue primero con 19.620 votos (44,42%), Messi 2º con 15.808 (35,79%) y Cristiano 3º con 6.821 (15,44%). Fuera del despropósito de Mahrez, hay una lectura: si lo dejan elegir al público, Ronaldo no gana.
Durante décadas tuvo una limitante el Balón “francés”: estaba circunscripto sólo a jugadores europeos. Pelé, Garrincha, Maradona, Zico, Kempes y otros fenómenos sudamericanos que reinaron en el fútbol quedaron excluidos. Ejemplo: Garrincha deslumbró en el Mundial ‘62 y ese año el Balón de Oro fue para Josef Masopust, un centrocampista checo que destacó en el torneo disputado en Chile.
FIFA reaccionó tarde al encanto que esta distinción genera: recién en 1991 instauró el Jugador Mundial de la FIFA, un rótulo con menos gancho que aquel, sin dudas. Aunque mejorado, pues recurrió al criterio de los que más saben, futbolistas y entrenadores. En su caso, capitanes y DT’s de todas las selecciones. Y lo hizo universal. El The Best tiene la contra de su noviciado y el pro de que surgirá de la elección de unos 200 capitanes, 200 entrenadores nacionales, 200 periodistas seleccionados y el 25% restante estará representado por el voto que el público hizo libremente por Internet (la parte menos acreditada, pues puede suceder lo de Mahrez). FIFA no elige, organiza. Y los votos de los primeros se hacen públicos. The Best no es la denominación más feliz, se pudo escoger uno más poético, menos lineal, no tan inglés. Pero sí es el premio más representativo.
¿Quién levantará el impactante y futurista trofeo The Best…? Pues, está claro que Cristiano Ronaldo cuenta con ventaja. Ha ganado los dos torneos más resonantes del año: Eurocopa y Champions League (el Mundial de Clubes estaba fuera del plazo de elección). Anotó 54 goles entre enero y diciembre. ¿Fueron decisivos…? Huuummmm… El portugués marcó un récord en la Champions con 16 goles, pero no convirtió ni en la final ni en semifinal. Y 11 de esos 16 fueron al Shakhtar Donetsk y al Malmoe. Los 5 restantes, a la Roma y al Wolfsburgo.
En cambio sí fueron importantes sus 3 goles en la Copa de Europa, dos de ellos providenciales a Hungría cuando Portugal estaba siendo eliminado en primera fase y otro a Gales con notable cabezazo que abrió el camino a París para enfrentar a Francia. Luego, virtualmente no disputó el juego definitorio pues se lesionó al minuto 8 y debió salir sin haber tocado el balón casi. Portugal venció a Francia sin él. Los críticos le apuntan su casi nula incidencia en el funcionamiento del equipo. A los 32 años (los cumple en 28 días) pasó a ser un mero finalizador, no construye juego ni desequilibra por las bandas. Él está en el área esperando para meterla. Parece duro, mecanizado y sin inventiva, sin embargo continúa siendo un dilema en el área para los defensores porque posee un desmarque fantástico, tiene movimientos indescifrables, amaga hacia una dirección y sale hacia la otra, se eleva maravillosamente a buscar los centros y conecta perfecto de cabeza. Lo mismo con ambas piernas, excelente remate recto.
Es el gran favorito por los títulos, aunque este es un reconocimiento individual y una cosa es indiscutible: ni el Real Madrid ni Portugal ganaron por Cristiano Ronaldo. Fue un contribuyente más en ambas coronaciones. Lo ponderable es su actitud, la de intentar siempre igualar o superar a un monstruo de todas las épocas como Messi, con menos bagaje. Y, a veces, conseguirlo. Tiene alma de número uno. Eso sí, de ganar el The Best, podría ser el último para él. Futbolísticamente, su parábola apunta hacia abajo.
Pese a que el francés Antoine Griezmann tuvo una temporada excelente e integra la terna final, la pelea de Cristiano será nuevamente con Messi, pero Leo corre de atrás. Seguro va a acortar distancias con relación al Balón de Oro (fue plata, pero con muchos menos votos que su gran rival) porque allí pesa el voto mayoritario de los periodistas. Y los periodistas en su mayoría miran únicamente títulos y goles. No son los que mejor eligen.
En cambio jugadores y técnicos le dan siempre el máximo reconocimiento porque lo saben un fenómeno con la bola. Y porque entienden lo que se puede y no se puede hacer dentro de una cancha. Messi ganó la Liga y la Copa del Rey con el Barcelona, llegó a otra final de Copa América y tuvo una incidencia total para Argentina en la Eliminatoria. Él “es” la Selección. Pero su año fue sensacional desde el juego. Dio veinte, acaso treinta festivales en el año. Convertido hace tiempo en todocampista, inicia las jugadas de ataque, arma el juego, asiste y también convierte.
Tostao lo definió con acierto: “hábil, genial, artista, polivalente, fenomenal armador y artillero, aunque no gane el Balón de Oro, sigue siendo el mejor del mundo”. Nunca fue mejor que ahora. Su décimo podio consecutivo (5 oros, 3 platas, un bronce y el que le toque hoy) hablan de otro de sus puntos altos: la regularidad. Son diez, doce años deslumbrando con una técnica magistral semana tras semana. Leo fue el máximo goleador mundial 2016 con 59 goles, pero en su caso, los goles son una consecuencia, en el de Cristiano la explicación. Si el premio se centrara exclusivamente en la calidad individual, lo ganaría Leo cada año hasta su retiro. En ese rubro no hay nadie ni cerca suyo. Pero la decisión final involucra varios ítems y el 2016 de Cristiano ha sido redondo.
No hay duda que estamos frente a una era, la de Messi y Ronaldo. Ambos se han visto beneficiados con la presencia del otro. De ello se han retroalimentado, han vivido un sordo desafío y, sin pretenderlo, se han mejorado mutuamente. A mucha gente le molesta que estén siempre los dos dirimiendo el título de mejor. Es inevitable, los demás están lejos, son más terrenales, buenos, acaso muy buenos, hasta ahí. Cualquiera de los dos que gane estará bien; sólo quedará aplaudir.
(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.
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