Por @JorgeBarrazaOK
El ultra popular Corinthians Paulista ganó el Campeonato Brasileño 2015 y era firme candidato a la Libertadores 2016. Sin embargo, sufrió un golpe inesperado: la Superliga China le vació la estantería de jugadores. En los primeros días de enero los clubes de la superpotencia asiática -todo es súper allí- le desarmaron la columna vertebral. El Tianjin Quanjian se llevó al volante ofensivo Jadson (32 años) por 5 millones de euros; el Beijing Guoan se quedó con el centrocampista Ralf (31) y con el atacante Renato Augusto (28) en una operación global de unos 11 M€; a su vez el Shandong Luneng le pescó al zaguero Gil (28) por otros 7,8 millones.
La peculiaridad es que Corinthians no consintió el traspaso de ninguno de los cuatro. El club de Rivelino y Sócrates tiene hoy 136.000 socios activos, un estadio mundialista flamante y es el primero de Brasil en pasar la barrera de los 250 millones de dólares de facturación. El problema es que los clubes ni se enteran de que les están transfiriendo los jugadores. Los representantes consiguen la propuesta, que puede superar en cinco o diez veces al contrato actual del futbolista, éste por supuesto la acepta y luego negocian con el dueño del pase o bien pagan la cláusula de rescisión y punto.
Roberto de Andrade, presidente corintiano, criticó la forma de hacer negocios de los clubes chinos: “Otros llaman al club del jugador y hacen una negociación normal. Ellos van directo al jugador, lo seducen, y el club termina sabiendo que se va media hora antes de que el deportista anuncie su partida. Pagan la multa y el jugador se marcha. No tenemos defensa». No sirve tener contrato en vigencia y haberes al día.
La Superliga China ha sido también la vedette del mercado de invierno europeo. El centrocampista brasileño Alex Teixeira, del Shakhtar Donestk ucraniano, pasó al Jiansu Suning en 50 M€; su compatriota Ramires (Chelsea) al mismo club por 28 M€. El colombiano Jackson Martínez fue al Guangzhou Evergrande por 42 M€; su paisano Freddy Guarín fue del Inter al Shanghai Shenhua por 13 M€; el marfileño Gervinho cambió la Roma de Italia por el Hebei China Fortune, que pagó 15 M€. Hay muchos traspasos más. China copó el mercado y, como vemos, no lleva veteranos famosos, lo que en su momento hicieron Estados Unidos y Japón para dar atracción a sus torneos. Muestran una fuerte predilección por los brasileños, aunque en estos momentos no tengan superestrellas, excepto Neymar. Buscan latinos y africanos, deseosos de asegurar su futuro y que son más accesibles de contratar que las luminarias europeas.
China copó el mercado y, como vemos, no lleva veteranos famosos, lo que en su momento hicieron Estados Unidos y Japón para dar atracción a sus torneos.
El Guangzhou Evergrande FC, último monarca nacional y bicampeón de la Champions League Asiática, ha dominado el panorama del país en pocos años gracias a impresionantes inyecciones de dinero. Era simplemente Guangzhou y deambulaba por la Segunda División hasta que en 2010 el coloso inmobiliario Evergrande, del millonario Xu Jiavin, adquirió el 60% de sus acciones. Alibaba, empresa de ventas por Internet, el otro 40%, y comenzó una ola de contrataciones de máximo nivel. Llevó al zurdo argentino Darío Conca, ídolo en Fluminense, al que le pagó el tercer mejor salario del mundo después de Messi y Cristiano Ronaldo: 10 M€ al año. Y al año siguiente le renovaron por 15 M€, pasando a ser el uno.
En 2011 contrataron a Marcello Lippi, DT campeón mundial con Italia y empezaron a ganar títulos. Lleva 5 en hilera. En la actualidad lo dirige otro técnico campeón del mundo, Felipao Scolari. Cuenta con 6 futbolistas brasileños, entre ellos Robinho, Paulinho y Ricardo Goulart. Robinho dejó el Santos: en Guangzhou cobra 12 M€ por tres años.
Xu Jiavin no se conforma con las conquistas locales, quiere lo internacional. En el reciente Mundial de Clubes eliminó al siempre poderoso América de México. Cayó en semis ante el Barsa, pero volverá a intentarlo a fin de este año si consigue ser de nuevo campeón de Asia. Aunque no le será fácil, los demás clubes chinos se están reforzando del mismo modo, a punta de millones.
La Selección China tiene comprometida su llegada al Mundial de Rusia. Debería ganar los dos partidos que le quedan en su grupo para tratar de avanzar de ronda. No obstante, clasifique o no, hay una determinación de convertir al país más poblado de la tierra en potencia futbolística. No sólo jerarquizar la Superliga interna sino crecer en el juego y generar talentos, ir a los Mundiales, ser grande. Es una apuesta a largo plazo. La pasión futbolera del país es muy superior a la calidad de su fútbol; ahí está la raíz de esta revolución.
El 19 de enero el magnate de los juguetes Chen Yansheng se convirtió en el nuevo presidente del Espanyol de Barcelona, al adquirir el 62,2% del club. Su idea es relanzarlo y hacerlo pelear en posiciones de vanguardia. Justo un año antes, el empresario hotelero Wang Jianlin, puso 45 M€ en el Atlético de Madrid, que amplió su capital accionario, y se quedó con el 20% de la sociedad. Wang quiere de este modo llevar a los mejores futbolistas jóvenes chinos a jugar en España. No para una pasantía de tres meses sino desde los 12 a los 18 años, que se formen allí y vuelvan con un gran bagaje.
Ledman optoelectrónicos Co. Ltd., multinacional de alta tecnología, se ha convertido en la primera corporación china que auspiciará una liga en Europa. La Segunda División lusa pasará a llamarse desde agosto Ledman LigaPro. A cambio, entre otras cosas, China enviará 10 jugadores y tres entrenadores asistentes para perfeccionarse en diversos equipos de esa categoría portuguesa.
Más que una oportunidad, el nuevo mercado reviste un enorme riesgo para Sudamérica por ser gigantesco y archimillonario. Lejos de pensar que podemos venderle jugadores, hay que reflexionar en cómo quedarán nuestros torneos, ya diezmados, si también China se lleva treinta o cuarenta buenos profesionales. Nuestro continente es el primer productor mundial de cracks y de hecho ya debe atender a alrededor de ochenta países que vienen a buscar aquí. Además, el grueso del dinero no va a las instituciones sino a los jugadores y sus agentes. Estos se enriquecen y los clubes formadores continúan en el subdesarrollo. Se puede seguir produciendo, pero el futbolista necesita una maduración de al menos tres años en Primera División antes de salir al exterior o corre el peligro de malograrse.
El fútbol chino está hoy en el puesto 82 del Ránking Mundial, pero va lanzado hacia el futuro. Y tiene un plan.
(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.
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