Antes había cuatro o cinco destinos posibles, hoy son cien mercados los que importan futbolistas. Y la mayoría sale de Sudamérica. ¿Cómo abastecer a todos?
Por @jorgebarrazaOK
El 31 de agosto pasado, día de cierre del mercado de pases en Europa, Manchester United sorprendió al fútbol mundial al fichar al joven Anthony Martial, un casi desconocido de 19 años, por 80 millones de dólares, 50 de pase puro y 30 más en variables, dos de ellas bastante sencillas de cumplir: 1) marcar 25 goles en sus primeros cuatro años en el ManU y 2) jugar 25 partidos en la Selección Francesa en el mismo lapso. La tercera es más complicada: debería ganar el Balón de Oro para que el Mónaco, club vendedor, se hiciera con los últimos 10 millones.
Martial, centrodelantero o punta izquierda, llevaba 15 goles en 70 partidos. Primera comprobación: no es un goleador sino un delantero con gol. Lo habíamos visto en un Mónaco-Valencia. Semejante operación nos movió la curiosidad de analizarlo más. Un zurdo muy interesante, técnico, que abre defensas en base a habilidad. Pareciera falto de carácter, aunque vale considerar que el 5 de diciembre recién cumplió 20 años y que aterrizó en un mal momento deportivo del United, con Van Gaal al borde del cese.
El desembolso por Martial pareció una locura. Arsene Wenger, ya legendario entrenador del Arsenal, señaló que la transferencia del francés se explica por una sola causa: la falta de jugadores de categoría para abastecer a los equipos ricos. Con frecuencia los hinchas del Arsenal se quejan de que Wenger no contrata figuras, verdaderas estrellas. “El problema es encontrar los jugadores que hacen mejor a tu equipo. Lo que ha pasado con Martial lo refleja. No falta el dinero para fichar, ni las ganas de hacerlo. El número de jugadores que pueden hacer más fuertes a los grandes clubes es lo que falta”, explicó. Arsenal es un club multimillonario que juega siempre a estadio lleno. Wenger afirmó que el club disponía de 310 millones de dólares para fichajes. Y uno de sus directores, Lord Harris, dijo que, por poder económico, podrían contratar incluso a Messi o Cristiano Ronaldo. “Pero los gastaremos sólo si encontramos los jugadores adecuados”, redondeó el DT que este año cumplirá 20 años en el club londinense.
Está bien: Wenger no quiere comprar por comprar. Si no mejora lo que ya tiene, ¿para qué…? Y además dio en el clavo: faltan jugadores en el mundo.
PasiónFútbol, portal de Internet con sede en Argentina, presentó el viernes un magnífico artículo de investigación del que participaron 220 periodistas: “Las jóvenes promesas de América Latina”. Incluye a los 10 mejores proyectos de los diez países sudamericanos. Con seguridad, los cien serán transferidos en breve. La mayoría, a las cinco o seis ligas más fuertes de Europa, otros a mercados tradicionales aunque menos potentes como Grecia, Turquía, Bélgica, Suiza, Austria, Suecia, Polonia, Croacia, Serbia, Rumania… Muchos enfilan a México, Estados Unidos o Japón y algunos más a Oriente o a mercados emergentes como Rusia, Ucrania, Uzbekistán, Georgia, Kazajistán, Armenia, India, China, Corea, Qatar, Emiratos, Arabia Saudita, Sudáfrica, Australia y etcéteras varios. Malasia, país 171 del Ránking Mundial, se ha convertido en una plaza apetecida, paga contratos altos. Antes había cuatro o cinco destinos posibles, hoy son cien mercados los que importan futbolistas. Y la mayoría sale de Sudamérica. No da para atenderlos a todos.
No sólo se exportan pichones de estrellas, se venden los cracks, los buenos, los regulares y hasta los malos. Sobran dinero y mercados. “Antes, cuando pateabas al arco, rogabas que entrara la pelota para que te renovaran el contrato; hoy no hay riesgo, si sos malo te vas a jugar a China”, apunta con agudeza Diego Díaz, exdelantero de Platense y San Lorenzo, ahora panelista en televisión. (Vale agregar: y si sos muy malo como para entrenador, te convertís en comentarista).
Acierta Diego: no importa el fracaso. Mucho menos si el protagonista tiene cartel. Lo compra un club por 40 millones y, si le va mal, lo vende por 60. Porque no hay otros. Paul Pogba, de casi 23 años, es el eje de las ansias compradoras. Centrocampista de clase y con gol, los medios europeos estiman que entre pase, comisiones y contrato (por 6 años), ficharlo requeriría 260 millones de euros. Neymar, de 24 años y con uno y medio más de contrato con el Barcelona, es la superatracción de los clubes millonarios. Barcelona confía en poder renovarle hasta el 2021, pero, si él se niega, a mediados de 2017 podrá negociar como libre y embolsar 300 ó 400 millones de euros, todos para él. Hay ocho o diez entidades dispuestas a llevarlo. Y aquí entran a jugar las empresas de ropa deportiva. Para un club como el Paris Saint Germain, que lo pretende, Nike (tiene como modelo al brasileño) podría aportar el 50%. Luego triplicaría la inversión vendiendo la nueva camiseta de Ney en todo el mundo. A las grandes marcas de indumentaria les interesan sobremanera las transferencias rutilantes: con el mismo producto (Neymar) reciben otra oleada de compras. Hay millones de aficionados que quieren tener todas las casacas de su ídolo.
Quien seguro será el centro de una operación fastuosa es Paulo Dybala, heredero de Mario Kempes en Instituto de Córdoba. Con 22 años, ya es considerado el Bambino de Oro del Calcio. Una zurda con la magia de Sívori, de Maradona, de Messi, y con la potencia de disparo de Marito. Instituto lo transfirió al Palermo (pagó 12 millones), éste a la Juventus por 40 y la próxima escala no será inferior a los 100. No hay cómo equivocarse: será un grande.
También escasean entrenadores, por ello el Madrid se demoró en despedir a Rafa Benítez (reclama la bonita indemnización de 11 millones de euros mientras descansa en su casa de Liverpool). Y al final, sin nadie a la vista con el perfil que el club requiere, tomó la opción de Zidane, que no ha dirigido más que el filial; pero es Zidane. Y lo tenía en casa.
Mourinho, despedido del Chelsea, disfruta unas cortas vacaciones. Volverá pronto a dirigir. Puede elegir club y pedir lo que guste, lo tendrá. Luis Felipe Scolari acomete su 34ª. temporada como DT, ahora en el Guangzhou Evergrande, de China, donde recibe montañas de dinero. Si el Cholo Simeone decidiera salir del Atlético de Madrid veinte clubes irían por él. Sampaoli deja Chile; público, prensa y dirigentes piensan que lo reemplazarán convenientemente. ¿Sí…? Quién sabe, es un notable conductor. No hay un cajón lleno de Sampaolis como para abrir y tomar otros.
El éxodo de jugadores y técnicos en Sudamérica no va a disminuir, se agrandará.
(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.
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