Técnico francés llega al primer equipo antes de lo que esperaba
El francés Zinédine Yazid Zidane (Marsella, 23 de junio de 1972) ha sido el recurso encontrado por Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, para salir al rescate del primer equipo para relevar a Rafael Benítez, destituido del cargo este lunes.
Zidane, que en su dilatada carrera como jugador se consagró como uno de los grandes de la historia, hizo magia en activo en los terrenos de juego.
Ahora tratará de hacerla desde el banquillo para enderezar el rumbo de un equipo al que Benítez no ha conseguido darle la mínima regularidad y que, si bien en puntos la situación es reversible, está lejos en cuanto a sensaciones de sus grandes rivales por el título liguero, Atlético de Madrid y Barcelona.
Zidane acude al rescate antes de lo que él pretendía porque pretendía formarse y crecer más como entrenador. Tras dejar el fútbol en activo, su experiencia se limita a ser ayudante del italiano Carlo Ancelotti en el propio club blanco y a una temporada y media al frente del primer filial madridista.
Admirador del exfutbolista uruguayo Enzo Francescoli -su hijo mayor, que juega en el Real Madrid Castilla, se llama también Enzo-, el fino centrocampista francés comenzó a forjar su exitosa y dilatada carrera en el Cannes y el Burdeos, desde donde pasó al Juventus de Turín.
En el club italiano agrandó su figura y ganó todos los títulos salvo la Liga de Campeones, que le arrebataron en las finales el Borussia Dortmund y el propio Real Madrid.
Florentino Pérez fijó sus miradas en ‘Zizou’ para darle lustre al proyecto deportivo y engrandecer una plantilla de por sí potente y acabó por ficharlo, tras largas negociaciones con el Juventus, en 2001.
Zidane acabó siendo una de las grandes estrellas de un equipo que acabó siendo conocido como el de los Galácticos. El internacional galo, campeón del mundo con Francia en 1998 y de Europa en 2000, impartió su magisterio a partir de entonces con la camiseta blanca.
‘Zizou’ pasó y pasará a la historia por el espectacular gol ante el Bayer Leverkusen en la final de la Liga de Campeones de 2002 en Glasgow, con su sensacional disparo de una difícil volea tras envío de Roberto Carlos. Fue el hombre de la Novena, a las órdenes de Vicente del Bosque, con permiso de la actuación estelar en los últimos minutos de Iker Casillas. Su gol está considerado como uno, si no el más, bello de las finales de la máxima competición continental.
Zidane jugó en el conjunto blanco hasta 2006, año también para el recuerdo del marsellés por perder la final del Mundial de Alemania ante Italia y ser expulsado por propinar un cabezazo a Marco Materazzi.
En las cinco temporadas como jugador del Real Madrid sumó, además de la Liga de Campeones, una Liga, dos Supercopas de España, una de Europa y la Copa Intercontinental de 2002, pero por encima de ello dejó su magistral y mágica manera de jugar.
Con Ancelotti en el banquillo del primer equipo comenzó a fraguar su carrera como técnico, que continuó en el Real Madrid Castilla. La pasada campaña no logró el objetivo de subir al filial a la Liga Adelante y en esta tiene al equipo en la segunda plaza del grupo II de Segunda B y muy bien situado para acabar disputando la fase de ascenso.
Ahora el reto se multiplica hasta la enésima potencia. Pasa de ser una especie de enlace entre el técnico y la plantilla a ser el ‘jefe’, el encargado de reconducir una nave que no encontró rumbo adecuado bajo la guía de Benítez, cuya travesía quedó cortada de raíz antes de concluir la primera vuelta.
Fuera de la Copa del Rey, la Liga está difícil por la oposición de Atlético y Barcelona pero aún queda mucho torneo y las opciones siguen intactas, y en la Liga de Campeones el equipo está en los octavos de final, en los que se enfrentará al Roma. (EFE)
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