Panasonic, Fujistu y NEC invierten en el campo
María Roldán / EFE
El sector agrícola japonés se enfrenta a importantes retos: el envejecimiento de sus trabajadores, el abandono de tierras y los altos costes. Ahora las poderosas tecnológicas niponas han salido a su rescate.
A las afueras de Tokio, en la ciudad de Kawagoe (prefectura de Saitama), una plantación de espinacas sobrevive a las duras condiciones climatológicas en un invernadero especialmente diseñado por el gigante tecnológico Panasonic.
Su dueño es Toshio Morishita, un hombre de unos 50 años que explica en el terreno cómo el sistema diseñado por la tecnológica le permite encargarse de varios invernaderos a la vez y a cultivar verduras durante todo el año.
La dinámica del «sistema de control ambiental pasivo» es sencilla. Unos sensores de temperatura y luz instalados en el exterior del invernadero miden las condiciones atmosféricas, y otros sensores inalámbricos en el interior hacen lo propio con la temperatura y la humedad.
La información recolectada se envía al panel de control central para que la procese y opere automáticamente las distintas células para adecuar la luz, la ventilación, la temperatura y la humedad óptimas para el cultivo, en función de la hora del día y de la fase de crecimiento del vegetal.
«(Con este sistema) esperamos tener beneficios en 6 años», dice Norimitsu Morishita, director de la distribuidora Kodawari Village, dejando entrever las dificultades que atraviesa el sector.
Mientras tanto, mantienen a flote su negocio agrícola con lo que obtienen de un restaurante que ambos labradores regentan en la vecina Tokorozawa.
Este proyecto de Panasonic surgió hace cuatro años para impulsar la complicada situación de la agricultura nipona, explica a Efe el director de Eco Solutions, Takayoshi Tanizawa.
Actualmente esta tecnología sólo se comercializa en Japón, aunque no descartan exportarla a otros países con problemas similares.
Por el momento, su objetivo es vender mil de estas unidades, que cuestan 55 millones de yenes (393.000 euros), para el año 2018, lo que supondría unos ingresos de unos cinco billones de yenes (35,5 millones de euros o 42 millones de dólares) para la compañía, aclara el CEO.
Otra de las grandes compañías niponas que apuestan por la agricultura es Fujitsu, que además de haber puesto a sus ingenieros a cultivar lechugas en Fukushima (noreste), está desarrollando tecnologías para granjas convencionales, como cámaras y sensores, que ayuden a los agricultores a responder mejor ante los cambios climáticos.
NEC Corp. y Nepon Inc., también se han sumado al negocio, desarrollando juntos un sistema basado en la nube, que permite a los granjeros que cultivan en invernaderos conocer las condiciones de sus cultivos a través de una aplicación móvil o del correo electrónico, sin necesidad de desplazarse hasta allí.
La agricultura y el medio rural del país asiático, así como la primera línea de producción de alimentos, afrontan problemas urgentes como el envejecimiento de la población, el aumento de las tierras de cultivo abandonadas, el de las temperaturas y el del coste de la electricidad.
Japón es un país que siempre ha estado ligado a la tierra y a su cultivo, e incluso aunque no se dediquen profesionalmente a ello, son muchos los japoneses que poseen terrenos en los que cultivan para ganar un dinero extra, al margen de la actividad profesional que desarrollen habitualmente.
Según el último informe anual de Alimentación, Agricultura y áreas rurales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Gestión forestal nipón, en 2013, 1.742.000 personas trabajaban en el sector agrícola, el 2,64 por ciento de la población activa del país asiático.
De ese reducido número de profesionales, el 61 por ciento tenía 65 o más años, mientras que sólo el 10 por ciento era menor de 50 años. Este dato refleja la senectud del campo nipón.
A ello hay que sumarle que Japón es muy celoso de su sector agrícola, altamente protegido y subvencionado.
Este proteccionismo es precisamente el que está retrasando la firma del denominado Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, en sus siglas en inglés), un tratado de libre comercio regional que busca acabar con los aranceles y que los agricultores japoneses no ven con buenos ojos.