No les ceden el asiento, las insultan e incluso las agreden
Una mujer embarazada debe recibir un trato preferencial en el transporte público. ¿Quién no le cedería el asiento a una mujer que espera un niño? Bueno, hay muchos que no lo hacen. Ni aunque la futura madre lleve una insignia o chapa que la identifique como tal. Por el contrario, eso puede ser motivo de maltratos, según Mainichi Shimbun.
El diario japonés recoge testimonios de mujeres encinta que la han pasado mal en los trenes en Japón.
Un caso. Una mujer embarazada de 31 años viaja todos los días en tren hasta su trabajo. Lo toma en hora pico, así que los trenes están repletos. Ella, obviamente, desea viajar sentada. Su barriga crece cada día y a veces siente como si su bebé pugnara por salir. Además, le duelen las caderas. Sin embargo, los asientos suelen estar ocupados.
La mujer lleva la chapa que la identifica como embarazada para que el resto, si aún no se ha percatado, se dé cuenta de que espera un bebé. Además, se para delante de los asientos reservados. Sin embargo, la gente que los ocupa no suele cederle el asiento. Peor aun, hasta la agreden.
En diciembre pasado, la mujer estaba de pie delante de un asiento reservado. Un hombre de mediana edad, sentado, cerró el libro que estaba leyendo, cerró los ojos y bajó la cabeza. Cuando el tren llegó a una estación, el sujeto se levantó, le dio un codazo en la boca del estómago a la mujer (embarazada, no hay que olvidarlo) y le gritó: “¡Fuera del camino!”.
La mujer se quedó pasmada. El asombro, luego, dio paso a la tristeza. Recordó los tuits que había leído sobre el maltrato que sufren las embarazadas en los trenes. El suyo no era un caso aislado.
Una reportera de Mainichi acompañó a esta mujer durante ocho días en sus viajes en tren para registrar su experiencia.
En ese lapso, vio entre los hombres y mujeres que ocupaban los asientos reservados a un hombre en traje que jugaba con su smartphone y usaba audífonos; una mujer de unos 40 años con los ojos cerrados; un sujeto que leía un periódico. Ninguno se puso de pie para que la embarazada pudiera sentarse (y eso que, hay que recalcarlo, ocupaban asientos reservados).
La periodista de Mainichi no fue testigo de ninguna agresión, pero sí de la indiferencia y la poca consideración de los pasajeros con respecto a la embarazada. Algunos fingían no verla. (Bueno, esto no pasa solo en Japón. En otras partes muchos pasajeros también se hacen los dormidos o fingen no ver a embarazadas o ancianos para no cederles el asiento).
No todo fue malo, por supuesto. En el tercer día en que la reportera acompañó a la mujer, vieron un asiento reservado sin ocupar. Una mujer que estaba de pie al lado de la embarazada, al darse cuenta de su condición, dejó que se sentara.
Sin embargo, ese buen gesto solo ocurre una o dos veces al mes. Es tan infrecuente que cuando alguien le cede un asiento, la mujer, agradecida, desea que algo bueno le pase a esa persona durante el día.
Una revista en línea publicó el año pasado un artículo sobre el tema que consignó testimonios como el de una mujer a quien alguien le gritó que si estaba embarazada no debía tomar un tren. Otra aseguró que intencionalmente la hicieron tropezar.
Lo increíble fue que en vez de recibir mensajes de solidaridad con las embarazadas, la publicación fue bombardeada por comentarios negativos como el de una persona que escribió que “suponía” que “las mujeres encinta que viajan en trenes llenos están preparadas para sufrir un aborto involuntario”.
Una mujer de 34 años que debe dar a luz en febrero dejó de usar la insignia al sentir que esta, en vez de hacer que la gente le cediera su asiento en los trenes, generaba hostilidad.
Otra embarazada, de 39 años, contó que una vez un hombre en traje la insultó en un tren mientras luchaban por un asiento. A otra, de 25, una anciana le dijo: “Deja que me siente. Tu solo estás embarazada”. (International Press)