Gran parte de la obra del creador de “Evangelion” se exhibe en Tokio
María Roldán / EFE
Japón y «anime» (animación japonesa) son dos términos difíciles de separar para los aficionados al género, pero a pesar de la potencia del sector en el país asiático, el influyente director Hideaki Anno señala que en «el cine nipón la animación no está suficientemente bien considerada».
Por ello, el hecho de que el Festival Internacional de Cine de Tokio (TIFF) haya decidido centrar su programación en la animación tras veintisiete ediciones puede considerarse una «nueva victoria» y un «reconocimiento» que ha tardado en llegar para la «sociedad del ‘anime'», confiesa el cineasta en una entrevista con Efe.
Anno (prefectura de Yamaguchi, 1960), uno de los autores de culto de la industria de la animación nipona, presenta gran parte de su obra en «The World of Hideaki Anno», la retrospectiva con la que hasta el 31 de octubre el TIFF abandera el certamen.
«Ser el primer elegido para representar al mundo de la animación es un honor, y estoy muy agradecido y un poco avergonzado -asegura en voz muy baja el director, que reconoce que ver todas sus obras exhibidas juntas «es como hacer un repaso en poco tiempo de toda mi vida».
La creatividad de este maestro del «anime» ha dado como resultado algunas de las producciones más exitosas de la animación, como su creación más célebre y reconocida a nivel internacional, «Neon Genesis Evangelion» (1995), cuya complejidad psicológica sigue dando quebraderos de cabeza entre sus seguidores más devotos.
El animador señala que no hay una «respuesta clara» sobre el mensaje que quiso transmitir en ella y que este hecho fue algo «intencional» por su parte para «estimular la curiosidad intelectual de los espectadores».
«Si el personaje principal de una serie está claramente definido, la audiencia se dará cuenta de que es una persona completamente diferente a ellos y no serán capaces de identificarse con sus sentimientos», explica Anno, que contesta tras meditar mucho y sin mirar nunca a los ojos.
«Es emocionante para mí ver que la gente en todo el mundo tiene interpretaciones diferentes sobre ella», declara el animador en relación a la complejidad y ambigüedad con la que tiñó la serie.
La profundidad psicológica, la atractiva estética y el enigmático argumento convirtieron a «Evangelion» en un fenómeno que dio lugar poco después a dos películas («Death & Rebirth» y «The end of Evangelion»), además de una nueva saga a modo de «reeboot» de la que ya se han estrenado tres entregas, y se espera la cuarta para 2015.
Cabría esperar que productos cinematográficos tan complejos como los suyos alejaran a la audiencia, dado que muchos acuden al cine para evadirse, pero Anno cree que la clave está en considerar «cuál es la distancia o cuánto quieren alejarse de la realidad».
«Es posible que la gente que ve mis obras quiera escapar de la realidad; sin embargo, al mismo tiempo quieren encontrar una solución para algo que ocurre en ella», reflexiona el director de filmes como «Love & Pop» (1998) y «Cutie Honey» (2004).
«Llevar a la gente desde un estado más confortable a otro en el que las relaciones interpersonales son complejas genera emociones que pueden ayudar a encontrar algún tipo de solución a algo que ocurre en sus vidas. Creo que hay muchos directores de películas que están intentando lograr eso, y yo he sido uno de ellos».
Para obtener el resultado deseado en una obra, explica, lo primero que hace es determinar qué quiere expresar en una historia y entonces ver qué tipo de animación es la más «adecuada» para ella, ya sea 3D, CG (gráficos generados por animación) o cualquier otra forma de expresión.
Considerado por muchos el único aprendiz verdadero del legendario Hayao Miyazaki, Hideaki Anno fue el encargado de animar a los dioses guerreros, las criaturas más monumentales que aparecían en el segundo largometraje del ya retirado cofundador de Studio Ghibli, «Nausicaa del valle del viento» (1984).
No es un tema sobre el que le guste hablar, advierten quienes le conocen antes de empezar la entrevista, pero al preguntarle al respecto contesta, escueto pero firme: «No creo que tenga ninguna semejanza con Hayao Miyazaki. Entiendo lo que quiere decir la gente, pero yo no soy muy consciente de tener el mismo éxito que él».