Por Jorge Barraza*
Cristiano Ronaldo no fue el único que prorrumpió en lágrimas la semana pasada en Zurich. También Pelé se aflojó hasta el llanto. Nunca habíamos visto a O Rei conmoverse hasta no poder articular un mínimo discurso. Lógico, por una parte, a los 73 años se es más vulnerable a las emociones. Por la otra, el Balón de Oro de Honor que recibió le movió todas las fichas del alma. Este premio honorífico -primero que se entrega- es un acierto de la FIFA, una novedad que permite homenajear y hacer justicia con tantos próceres futbolísticos que por distintas circunstancias nunca lo recibieron en sus tiempos dorados.
Y para iniciar esta bonita costumbre, ningún receptor mejor que Pelé. Entre 1956 y 1974, cuando él deslumbraba en el Santos, el premio lo otorgaba solamente France Football, que lo instauró en 1956 y estaba destinado únicamente a futbolistas europeos. Lo habían ganado dos argentinos, Alfredo Di Stéfano (1957-1959) y Enrique Omar Sívori (1961), porque tenían la doble nacionalidad, española e italiana respectivamente y jugaban en el Real Madrid y la Juventus. Tampoco se daba en los Mundiales. Esto le confiere a la gala un atractivo adicional y permitirá reconocer a más glorias pretéritas. Un paradigma perfecto es Xavi Hernández, candidato de oro en el futuro. Un mediocampista excepcional que varias veces quedó en la puerta.
El análisis de la tan promocionada elección del 2013 deja una perla de estudio: para los técnicos y capitanes de las 184 selecciones que emitieron su voto, el vencedor fue Cristiano Ronaldo (apenas un 4% por encima de Messi y 6% arriba de Ribery), pero para los 173 periodistas el Balón de Oro fue Ribery. Es más, arrasó entre los hombres de prensa. El francés sumó 524 puntos en los votos de los cronistas, contra los 399 de Cristiano y los 365 de Messi. Además, 80 lo votaron en primer lugar, 48 prefirieron al portugués y 30 al argentino.
Esto pone de manifiesto que hay dos votaciones, dos visiones diferentes: una, la de la gente del fútbol (entrenadores y jugadores) y otra de los analistas del juego. Sin duda, estos le dan mucho más valor a los títulos ganados durante el año. Ya había pasado en 2010, cuando el ganador global fue Leo Messi, quien entre los periodistas había entrado cuarto. Para estos, el ganador era el holandés Sneijder. Desde luego todos los votos son respetables, aunque es indiscutible que los grandes expertos de este deporte son los entrenadores. Y los que entran a una cancha y saben las proezas que es capaz de hacer un colega, son los futbolistas. El juicio de ambos es por demás valioso.
Estas diferencias se han visto reflejadas en años anteriores cuando France Football y la FIFA daban sus premios por separado. La revista mediante el voto-prensa, y la FIFA a través de capitanes y técnicos. Los ganadores solían ser distintos. Y el fútbol mundial era uno solo. Para FIFA el podio fue Figo-Beckham-Raúl, y para France Football resultaron electos Owen, Raúl y Kahn. Criterios muy dispares para analizar una misma cosa.
Si bien es una distinción individual, el Balón de Oro prestigia al fútbol de un país, por eso franceses y alemanes hicieron tanta fuerza por Ribery y portugueses y madridistas por Cristiano. En un momento en que ha decaído bastante el brillo del fútbol galo, el Balón para Ribery era una inyección anímica excelente. Lo ponía de nuevo en la cima de la opinión pública. Lo mismo para el Real Madrid, viene flaco de títulos, lo suple con contrataciones rimbombantes y este galardón lo sitúa en lo más alto.
Platiní protestó amargamente porque no fue coronado su compatriota, sin embargo Ronaldo ganó bien y la encuesta fue transparente; él tuvo la suerte de obtener tres Balones seguidos en una época de escasas luminarias. En 1983 dejó segundo a Kenny Dalglish y tercero a Allan Simonsen; en 1984 a Jean Tiganá y Preben Elkjaer y en 1985 al mismo Elkjaer y a Bernd Schuster. Buenos jugadores todos estos, aunque no de la estatura de Messi o Cristiano, contra quienes debió rivalizar Ribery. La polémica se da porque hay años en que no hay favoritos nítidos (que haya ganado Figo en 2001 lo certifica, era apenas un correcto jugador, pero fue un año pobre) y en cambio en otros aparecen varios muy firmes, como pasó ahora.
En todo caso, este del Balón de Oro es un rollo apasionante que instala el debate durante meses. Y esa es la sal del fútbol.
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.
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