Por la psicóloga Nélida Tanaka*
Una pareja viene a consultar sobre cómo mejorar sus relaciones ya que tienen hijos pequeños. Me dicen que trataron todo lo posible pero sin resultado. Veo que tienen la intención de salvar el matrimonio pero han caído en un círculo vicioso. Escuchemos lo que se dicen, tal vez encontremos las razones que perpetúan el círculo.
Fernando: “¡Ya ni ganas de hablarte me dan! ¡Para qué te voy a hablar si igual no me comprendes, mejor me voy con mis amigos!”
Melisa: “¡Me da mucha pena que ni siquiera comprendas mi esfuerzo! Si siempre pienso en qué consejo darte para que te vaya mejor! Pero cuándo me has escuchado! ¡Todo lo que te digo es en vano! Me haces sentir tan mal con esa cara que pones cuando te estoy hablando! ¿Acaso crees que no duele?” “Mira a tu hermano y su esposa, como se llevan tan bien, él la trata bien, deberías aprender un poco de él!”
Fernando: “Seguro! Como eres tan buena esposa para decirme esto, más bien pregúntale a su esposa por qué se llevan bien, así aprendes un poco!”
Me imagino que habrán identificado algunas causas de los desentendimientos entre ellos. Existe conversación entre ellos, sin embargo, no cumple la función de mutua comprensión aunque haya la intención. Vemos que Melisa se esfuerza en darle buenos consejos a su esposo, pero él no está satisfecho. Fernando no está buscando consejos, sus palabras nos dicen que él espera más bien comprensión. Sí, nosotros buscamos la presencia de alguien para no sentirnos solos, tanto física como emocionalmente. Para sentirnos comprendidos, lo importante es que la otra persona se ponga en “nuestros pantalones”. Cuando uno se siente entendido, la tensión interna se libera y uno encuentra tranquilidad. Una función fundamental del hogar es que sus miembros puedan sentirse aceptados incondicionalmente.
Después, como habrán notado, las reacciones y los gestos negativos mortifican, en especial porque pueden dar lugar a diferentes interpretaciones, tal vez erradas pero que de todos modos no son positivas. Para evitar malentendidos, es mejor ser sincero y decir lo que uno siente, “tan solo quiero que me escuches, querida”, es mucho más directo y efectivo que expresiones faciales, gestos y frases indirectas.
Vemos tambien que dolores recibidos pueden dar lugar a represalias. Hacer comparaciones con otras personas no lleva a nada positivo, Melisa, que se ve dolida, compara a Fernando con su hermano y luego lo hacen viceversa, dando lugar a un círculo vicioso. Ambos quedan mortificados aún cuando ésta no era la intención verdadera, el orgullo herido es lo que lleva a estas acciones. Esta relación tiene disfuncionalidades que se pueden evitar, que se pueden resolver si ambos lo tratan, la intención es lo importante.
Evitemos problemas y tristezas innecesarias a través de una comunicación abierta y directa.
*Psicóloga clínica, contacte con ella llamando al 090-2245-4021 o por correo electrónico: consultas@hotmail.co.jp