Volvió a ser Argentina. Por Jorge Barraza

Jorge Barraza
Jorge Barraza

Se equivocó Rueda”, “Tenemos una mentalidad mediocre”, “¿Por qué fuimos tan defensivos…?”, “Nadie acompañó a Toño Valencia…”, “Se jugó sin ninguna táctica…”, “¡Fuera Rueda!, traigan un técnico capacitado…”

El pueblo futbolístico ecuatoriano exhibió su fastidio en los foros por el 0-4 ensayando las causas de la debacle. Y sólo encuentra culpas propias. Pero también hay méritos ajenos. En la concentración de Uruguay, durante el Mundial del ’30, un amigo fue a visitar a Santos Iriarte, puntero izquierdo celeste. Mientras tomaban un cafecito en el bar, el amigo le empezó a dar indicaciones de cómo rendir mejor. “Cuando el marcador se cierra un poco vos desbordás por la punta”, “Amagá tirar el centro y pegale al arco…” Así le daba instrucciones, una tras otra, y se las graficaba con dos saleros que había sobre la mesa. El Canario Iriarte lo dejó hablar y la terminó con una frase simple, pero cargada de lógica: “Los contrarios también juegan”.


* Volvió una noche. La anécdota viene como traje a medida para este rotundo 4 a 0 de Argentina a Ecuador. Las razones de esta goleada no son exclusivamente ecuatorianas; también hubo un rival enfrente, que jugando como lo hizo el sábado, tal vez hubiese aplastado a cualquier otra selección. Dio una exhibición Argentina, un golpe de autoridad. Después de una larga noche, acaso de años de oscuridad y desencantos (Maradona, Batista y Basile mediante), Argentina recuperó ante Ecuador sus mejores tradiciones futbolísticas, su lejano espíritu de combate, el excelso toque de bola que ha sido siempre una marca registrada celeste y blanca. Y el cariño de su gente.

* Juntar a los buenos. El dramático y afortunado triunfo sobre Colombia en Barranquilla, la significativa victoria de 3-1 frente a Suiza (pocos le asignaron su valor verdadero; Suiza tiene una magnífica selección, está 18° en el Ranking Mundial y viene de vencer 5-3 a Alemania) enviaron ciertos mensajes tranquilizadores a la ciudadanía futbolera. Y por supuesto la alineación fue ilusionante, con los cuatro cracks de arriba: Messi, Agüero, Higuaín y Di María. Sabella hace un culto del equilibrio, pero se animó a poner al Cuarteto Imperial. “El peso de estos jugadores obliga a modificar el dibujo táctico”, explicó. Y tiene razón. Ese ha sido un eterno error argentino. Si Argentina tiene dos Messi, o juega uno o juega el otro. Si Brasil tiene cinco Pelés formaría una delantera con Pelé, Pelé, Pelé, Pelé y Pelé. Es la sabiduría brasileña que los argentinos nunca entendieron. Creen que el equilibrio es poner un tronco al lado de un crack. No juntar dos buenos.

* Deslumbrante Leo. Y además de todo… Messi. Cuando Leo está así, se ponga quien se ponga por delante, lo destroza. Hay, todavía, quienes señalan con enfermiza obcecación: “Ah, no sé… todavía no fue campeón del mundo”. ¿Por qué no disfrutamos de esta joya que el destino puso en nuestro tiempo? Un Messi voraz, con una velocidad y agresividad despampanantes que hubiesen desbordado a cualquier defensa, hizo pedazos la línea de corte y la retaguardia ecuatorianas. Estamos frente a un fenómeno de todas las épocas. A los que se empecinan en afirmar que para Argentina juega mal… A quienes buscaban razones tácticas para explicar el rendimiento de Messi en la Selección (“No tiene que arrancar de tan atrás”, “Que juegue sobre la derecha”)… A quienes sostienen que destaca por Iniesta y Xavi… A todos, les respondió este sábado: juega bien en cualquier lado. También cabe preguntárselo a la inversa: sin Messi ¿cuánto se hablaría de Iniesta y Xavi…? (acaso bastante menos). El tema pasa por asociarse a él, darle opciones de pase y, sobre todo, por hacerlo sentir bien. Messi es ultratímido. Necesita de un entorno armónico para dar todo de sí. Hacerlo sentir cómodo, feliz. Del resto se encarga él.


* Recién va un cuarto de carrera. Igual, no es para agitar muchas banderas, ha jugado bien sólo un partido, acaso dos (el 4-1 a Chile). Este equipo de Argentina que la noche del sábado se pareció a una aplanadora apenas pudo empatarle a Bolivia ahí mismo, en el Monumental. Bolivia, el último de la tabla, el que apenas tiene un puntito, cosechado frente a Messi y compañía. Se regaló una sonrisa grande, pero lo único que ha ganado hasta ahora es tranquilidad en la tabla.

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