Según libro “La violación de Nankín”, la invasión japonesa de China (1937-45) provocó más de 19 millones de muertes
Tres mil velas encendidas en la ciudad de Nankín recuerdan a los centenares de miles de personas asesinadas por las tropas japonesas en la entonces capital china, donde hace hoy 74 años comenzó una masacre que se prolongó durante un mes y medio.
El 13 de diciembre de 1937, el Ejército japonés invadió Nankín y en las seis semanas siguientes sus tropas incendiaron y saquearon, violaron en masa a decenas de miles de mujeres y asesinaron a entre 150.000 y 340.000 personas, según distintas fuentes históricas.
Como cada año, China rememoró hoy su particular «Holocausto», en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, con una ceremonia en el Memorial de las Víctimas de la Matanza de Nankín por los Invasores Japoneses (http://www.nj1937.org/index.htm), construido sobre una fosa común de más de 10.000 cuerpos.
Allí, en presencia de monjes budistas chinos y japoneses, se encendieron anoche 3.000 velas como un nuevo gesto más en las ceremonias anuales, con las que oraron por la paz eterna de todas las víctimas, informó hoy la agencia oficial Xinhua.
A la ceremonia que se celebra frente al memorial todas las mañanas de 13 de diciembre suelen acudir cientos de personas, entre autoridades, supervivientes de la masacre, vecinos de Nankín, visitantes de otras partes del país y asociaciones de amistad con China de distintas ciudades japonesas.
La exhaustiva y prolongada matanza es todavía poco conocida fuera de Asia, aunque cada vez se la recuerda más gracias a libros como «La violación de Nankín», de Iris Chang, o películas como «Ciudad de vida y de muerte» (en chino «Nanjing! Nanjing!», de Lu Chuan), Palma de Oro en el Festival de San Sebastián en 2009.
Ayer se estrenó en Pekín sobre el mismo tema la nueva película de Zhang Yimou «Las flores de la guerra» (en chino «Jin ling shi san chai», algo así como «Las 13 horquillas del cementerio dorado»), protagonizada por Christian Bale, que de niño ya participó en una film que trataba sobre la misma guerra, «El imperio del sol» (Steven Spielberg, 1987).
La historia del «Holocausto chino» cuenta también con su propio «Oskar Schindler chino», el alemán John Rabe, representante en 1937 de Siemens en China, y que encabezó a un grupo de 22 extranjeros que se quedaron en Nankín para crear una Zona de Seguridad Internacional para refugiados, que sirvió para salvar a entre 250.000 y 300.000 personas.
Junto con Rabe, conocido por los chinos como «el buen alemán de Nankín», en el museo del Memorial destacan también los misioneros estadounidenses Minnie Vautrin y John Magee, cuya cámara grabó las primeras y más exhaustivas imágenes de la masacre.
Las copias de las cintas de Magee fueron enviadas a EEUU y a Alemania para intentar, con la desesperación y la ingenuidad del momento, que las viera Adolf Hitler y protestara ante los japoneses.
Según las cifras que recogió en su libro Iris Chang, la invasión japonesa de China, entre el verano de 1937 y el final de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1945, provocó, entre asesinatos directos, soldados caídos y víctimas de epidemias, hambre y experimentos médicos, la muerte de más de 19 millones de chinos. (EFE)
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