Eso hace más vulnerable a la economía japonesa, que tiene que diversificar su producción
El terremoto de 11 de marzo reveló que la economía japonesa depende en exceso de la industria automovilística y cuán riesgoso es esto, advirtió el diario Nikkei.
El sector automovilístico representa el 19 por ciento de la industria manufacturera del país, casi 30 por ciento más que hace diez años y 60 por ciento más que hace treinta.
Durante las últimas dos décadas, la participación del sector automovilístico en la economía se ha incrementado entre 100 y 200 por ciento en Hokkaido y en las regiones de Tohoku, Shikoku y Kyushu.
Cada vehículo está compuesto por entre 20.000 y 30.000 piezas. Así las cosas, el sector automovilístico genera producción en una amplia gama de cpmpañías. Según cifras de 2009, cada 10 mil millones de yenes en ventas de automóviles estimula volúmenes de producción por valor de 31,6 mil millones de yenes.
La industria automovilística es también una fuente importante de puestos de trabajo (1.050.000 de trabajadores en 2009). El número de trabajadores en el mencionado sector ha aumentado un 4 por ciento en la última década, mientras que en la manufactura en su conjunto el empleo cayó un 14 por ciento.
La dependencia del sector se hizo notoria tras el desastre del 11 de marzo. Las interrupciones en las cadenas de suministro lastraron fuertemente la producción de automóviles.
De acuerdo con cifras oficiales de abril de 2009, el coeficiente de correlación entre la producción automovilística y el producto interno bruto es de 0,77 (1 indica una correlación perfecta). Este indicador es 3,5 veces mayor que en la década de 1990.
Nikkei subraya que al depender tanto de un solo sector la economía japonesa se hace más vulnerable. Además, señala que los fabricantes de automóviles ahora tienen que enfrentar al menos seis obstáculos: fortaleza del yen, retraso en las negociaciones de libre comercio, fuertes impuestos a las empresas, normas laborales restrictivas, estrictas regulaciones ambientales y posible escasez de energía.
Este conjunto de barreras le resta competitividad a las empresas japonesas.
El Banco de Mizuho estima que la producción de vehículos en Japón caerá a 7,73 millones de unidades en 2020, un 20 por ciento menos que en 2010.
El gobierno japonés no es ajeno a esta situación. Por eso, el año pasado presentó una estrategia de crecimiento que apuntaba a reducir la dependencia que tiene la economía de los sectores automovilístico y electrónico.
El diario financiero afirma que Japón debe estimular otros sectores: infraestructura, tecnología ambiental, energía y salud. Para ello, debe emprender reformas de fondo que implican, por ejemplo, la liberalización del comercio y la reducción de impuestos a las empresas.
Asimismo, pone énfasis en que tras el desastre de marzo, los fabricantes seguramente aumentarán el traslado de sus operaciones al extranjero, hecho que redoblará la necesidad de reducir la fuerte dependencia que tiene Japón del sector automovilístico.
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