Jorge Barraza: 2010, fútbol en verso y en prosa

Jorge Barraza

Jorge Barraza
 


La foto de Sergio Zanetti, Iván Ramiro Córdoba, Lucio, Julio César, Maicon, Milito, Cambiasso y Motta -ocho sudamericanos- levantando el trofeo de campeón mundial de clubes con el Inter de Milán cerró futbolísticamente el año 2010. Cuatro días antes, otra imagen menos halagüeña golpeaba a nuestro fútbol continental: Inter de Porto Alegre caía de forma insospechada ante un equipo congoleño de nombre ignoto y, por primera vez en 51 años de enfrentamientos, la final intercontinental no la disputaría un equipo de Sudamérica. Esto marca una realidad bipolar: por un lado, somos el mejor semillero de talentos; por el otro, una fuerza menor a nivel de clubes por no poder retener a esos talentos.

 

 


Antes que eso hubo toneladas de sucesos relevantes -el Mundial de Sudáfrica a la cabeza- que califican para el balance del año.

 * Aprobado. Sudáfrica pasó la prueba mundialista. Después de tantas dudas y críticas previas, el país de Mandela sacó una buena nota. En forma global cumplió con todas las exigencias y salió a flote. Sacó la cara por África más que dignamente. Hubo fallas, precios bochornosos y ciertos aspectos descuidados, pero menores, nada que tire abajo la calificación final de “buen Mundial”.

 * Honor. El de Diego Forlán, Balón de Oro del Mundial. No fue una distinción “direccionada” por el marketing sino por estricto mérito deportivo. Jugó bien los 7 partidos, fue goleador del torneo junto a Müller y Snejder, guió a Uruguay al cuarto puesto, mostró toda su inteligencia.


 * Alegría. Que España ganara el Mundial. Un campeón nuevo, un país querible, superfútbolero, donde miles de jugadores sudamericanos han recalado a través de la historia. Y que propuso un fútbol de escuela, de “tomala vos, damela a mí”. En rigor, intentó más de lo que pudo concretar, no deslumbró, como ahora nos quieren hacer creer (las cosas se deforman en un santiamén, también nos quieren vender la idea de que Messi “fue un fiasco” en el Mundial, una locura). Es el campeón con menos goles de la historia: 8. Pero jugó un partido enorme ante Alemania y ahí se vistió de favorito. Merecida corona.

 * Fracaso. El de Maradona como entrenador. Reclamó el banquillo de Argentina, se lo dieron; tenía una Ferrari, la estrelló. Tal fue el estrépito que posiblemente sea su última incursión como técnico.


 * Excelente. El desempeño sudamericano. Los cinco representantes llegaron a instancias altas, como nunca había pasado. Antes uno ganaba o jugaba la final y los otros ocupaban los puestos 16º, 24º… El más flojito, Argentina, sostenido apenas por Messi. Pero la tarea global, formidable. No siempre se puede ser campeón. Y no hay que ceder a la idiotez de que lo único válido es el título.

 * Absurdo. Que el árbitro inglés Webb no haya mostrado tarjeta roja al holandés De Jong por el planchazo en el pecho a Xabi Alonso en la final de Sudáfrica quedará en los anales del juego. Y del absurdo. Igual que el criminal planchazo de John Hurtado, del Tolima, al paraguayo Argüello en la reciente Copa Sudamericana, tampoco echado por el venezolano Juan Soto. Ambas están ya entre las acciones más violentas del fútbol. Con un agravante: no merecieron expulsión.

 * Sublime. El aún fresco 5 a 0 del Barcelona sobre el Real Madrid, posiblemente una de las más deslumbrantes exhibiciones de un equipo en la historia del juego. Lo bailó y lo aplastó, ambas cosas (que no son sinónimas). Presión, anticipo, toque en velocidad, paredes, pases rasantes y precisos, goles de bella factura, llegada masiva al arco rival. Y, sobre todo, buen gusto.

 * ¿Supremo…? El extraordinario Barcelona de los últimos dos años y medio, el de Pep Guardiola, Xavi, Messi, Iniesta, Puyol, Piqué, Pedro, ha instalado un debate sobre la mesa del fútbol: ¿es el mejor equipo de la historia? Creemos que sí. Brillar como lo hace con el grado de oposición actual lo torna inalcanzable para otros equipos de antaño. Acaso el Santos de Pelé podría compararse, pues ganaba títulos y deslumbraba por igual. Hay que considerar que la velocidad quita precisión y la presión de marca desestabiliza, ensucia las jugadas, interrumpe el juego. Nada de ello es obstáculo para este Barsa. Incluso cuando se le paran diez atrás, los desequilibra. No se trata de acumular títulos solamente. Esta es la más perfecta simbiosis de triunfos y espectáculo.

 * Ratificación. Balón de Bronce 2007, de Plata 2008, de Oro 2009… Lionel Messi estará otra vez en el podio esta temporada. Más allá de que gane el oro o no, ha ratificado ser el mejor futbolista del mundo. No el mejor de un año sino de una época. Está muy por encima de cualquier otro y ahora las comparaciones ya no son con Cristiano Ronaldo sino con Maradona y Pelé. Más que los campeonatos ganados, en esta valoración influye lo que un jugador puede hacer o no en una cancha. Hay ciertas cosas de Messi que no hubieran podido lograr Pelé o Maradona. Es temprano para determinar si alcanzará la estatura de los dos reyes. Pero tiene una década de fútbol por delante: aún está con 23 años. El tiempo echará luz.

 * Asombro. Las designaciones de Rusia 2018 y Qatar 2022 causaron perplejidad en buena parte del mundo. ¿Por qué…? ¿Por qué son países ricos…? ¿Está mal ser rico para organizar un Mundial…? Todas las regiones merecen la fiesta de un Mundial. ¡Europa occidental y Estados Unidos se quejaron de arreglos…!!! Ya no son indispensables a ningún efecto. Deberían asumirlo.


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