El Departamento de Defensa de Estados Unidos reveló su informe anual sobre el poderío militar de China alertando sobre una expansión sin precedentes en su capacidad de control oceánico. Según el análisis del Pentágono, el régimen de Pekín tiene como objetivo estratégico desplegar una flota de nueve portaaviones para el año 2035. Esta ambición situaría a la Armada del Pueblo en una posición de competencia directa con la Marina estadounidense, que actualmente opera once de estos buques insignia.
La joya actual de esta expansión es el tercer portaaviones, bautizado como Fujian, que entró en servicio el pasado noviembre. El informe destaca que esta embarcación está diseñada para portar cazas furtivos J35 y una avanzada flota de drones, lo que multiplica su capacidad de ataque y vigilancia. Con esta proyección, China busca consolidar una fuerza naval capaz de proyectar poder mucho más allá de sus costas continentales y desafiar la hegemonía estadounidense en el Pacífico.
VIGILANCIA HASTA LA SEGUNDA LÍNEA DE ISLAS
Uno de los puntos más críticos del reporte es el avance en la capacidad de detección china mediante «radares de sobre el horizonte». Estos sistemas permiten al Ejército Popular de Liberación monitorear buques y aeronaves no solo en la Primera Línea de Islas —que abarca desde Kyushu y Okinawa hasta Taiwán y Filipinas— sino también alcanzar la Segunda Línea de Islas, que incluye las Islas Ogasawara, Guam y Papúa Nueva Guinea.
Esta red de sensores terrestres, apoyada por una infraestructura de fibra óptica militarizada en islas artificiales del Mar de China Meridional, permite a Pekín detectar movimientos de bases estratégicas como la de Guam. El objetivo es claro: establecer una zona de exclusión que impida a las fuerzas estadounidenses aproximarse a las líneas de defensa chinas, fortaleciendo su sistema de mando y control conocido como C4ISR.
LA POSIBLE UNIFICACIÓN DE TAIWÁN
Respecto a la situación de Taiwán, el Pentágono analiza cuatro opciones estratégicas que China tiene sobre la mesa para lograr la unificación. La primera consiste en una presión híbrida que combina el aislamiento diplomático con ciberataques y guerra de información para forzar una negociación. Las otras tres vías son puramente bélicas: ataques aéreos de precisión contra bases militares, un bloqueo total para cortar suministros vitales o, finalmente, una invasión anfibia a gran escala.
No obstante, el informe subraya que una operación de desembarco representa un «riesgo masivo» para el gobierno chino debido a su complejidad logística y humana. En un giro diplomático inesperado, el prefacio del documento suaviza las críticas directas hacia las acciones coercitivas de China en los mares del Este y del Sur. En su lugar, resalta que, bajo el liderazgo del presidente Trump, se busca un equilibrio de fuerzas para evitar un conflicto abierto y fomentar una relación basada en la estabilidad y el comercio justo. (RI/AG/IP/)
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