Japón se encamina hacia la revisión más importante de su Ley de Normas Laborales (Rodo Kijun Ho) en aproximadamente 40 años. La reforma busca redefinir fundamentalmente las relaciones laborales y la posición del trabajador en un contexto de digitalización, teletrabajo y creciente diversificación de los estilos de trabajo.
Coincidiendo con este proceso, la administración de la primera ministra Sanae Takaichi lanzó el 21 de noviembre una política de desregulación enfocándose en la flexibilización del límite de horas extras y la posible expansión de los esquemas de trabajo discrecional (sairyo rodo). La lógica detrás de la propuesta es que las normas actuales frenan la oferta de trabajo y, por lo tanto, el crecimiento económico.
No obstante, esta propuesta se percibe como «abrupta» por parte de algunos sectores.
La legislación laboral actual está fuertemente marcada por el espíritu de la Reforma del Estilo de Trabajo (Hatarakikata Kaikaku), implementada en 2019, que fue impulsada por el impactante suicidio por exceso de trabajo (karo jisatsu) de una empleada de la agencia Dentsu en 2016.
Esa reforma buscaba acabar con la «cultura que glorifica las horas largas» e impuso límites estrictos: 45 horas al mes y 360 al año. Incluso con cláusulas especiales, el límite se fijó en menos de 100 horas al mes (la línea de karoshi o muerte por exceso de trabajo), y 720 al año.
CHOQUE ENTRE VISIÓN ECONÓMICA Y VISIÓN LEGAL
No obstante, revisión legal que ahora estudia el gobierno de Takaichi estaba programada: la ley de 2019 incluía una cláusula para una revisión total de la legislación laboral cinco años después de su promulgación. El debate ya está en curso en el Consejo de Política Laboral del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, con miras a presentar un proyecto de ley en 2026.
La iniciativa de Takaichi tiene una motivación económica a corto plazo, mientras que el debate en el Consejo tiene una visión legal a largo plazo. No obstante, dado que la desregulación requiere una enmienda legal, la propuesta del gobierno se integrará inevitablemente en la discusión del diseño institucional, convirtiendo su reflejo en ley en un foco de intenso debate.
LOS PUNTOS CRÍTICOS DE LA REFORMA
La estructura del mercado laboral ha cambiado drásticamente en 40 años, forzando la revisión legal. La escasez de mano de obra y la necesidad de simplificar un marco legal sobrecargado son los principales factores.
El principal punto de fricción es el límite de horas extras: el lado laboral aboga por reducir el límite de la cláusula especial de 100 horas, calificándolo de «inaceptable». El lado empresarial, sin embargo, argumenta que una regulación uniforme sofoca la necesidad de trabajadores que «desean trabajar más» y castiga a las PYMES en sectores con prácticas comerciales lentas.
Además, se discute el tratamiento del trabajo secundario o concurrente (fukugyo). Actualmente, la ley exige un mecanismo para combinar las horas de trabajo del empleo principal y el secundario para calcular el pago adicional por horas extras. Las empresas buscan simplificar esta compleja obligación, argumentando que la gestión resulta demasiado engorrosa y genera una carga significativa tanto para ellas como para los propios trabajadores.
LA VERDADERA TRAMPA DEL CRECIMIENTO
«El conflicto es filosófico», dijo un análisis del diario Mainichi acerca de la reforma laboral. Takaichi ve la regulación como el obstáculo, pero la filosofía de la Reforma del Estilo de Trabajo sostiene que la cultura de las horas largas es el verdadero factor inhibidor del crecimiento.
El exceso de trabajo destruye la salud, dificulta el equilibrio entre vida laboral y familiar, y frena la participación de mujeres y hombres en la vida familiar, contribuyendo a la baja natalidad. La reforma buscaba mejorar la productividad y la calidad de vida.
La idea de simplemente «trabajar más» para compensar la escasez de mano de obra ignora que, bajo la persistente y nociva cultura de karoshi (trabajar hasta la muerte), muchos se sienten obligados a aceptar largas jornadas. Encuestas muestran que el 90% de los trabajadores considera que un tiempo extra de 20 horas al mes es suficiente. La reforma de 40 años exige una visión a largo plazo para reestructurar la calidad del trabajo, no una solución superficial de ajuste de la oferta y la demanda. (RI/AG/IP/)
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