La madre de Tetsuya Yamagami, acusado por asesinato del ex primer ministro Abe Shinzo, comparecerá ante el tribunal en la séptima audiencia pública de su hijo, marcando un punto crucial en el proceso judicial. Su testimonio, en calidad de testigo de la defensa, se centrará en la conexión entre su fervor religioso por la Iglesia de Unificación, con base en Corea del Sur, y la motivación detrás del crimen.
El juicio, que comenzó el pasado 28 de octubre, ingresará hoy en la fase de interrogatorio de testigos de la defensa, con la figura de la madre en el centro de la atención.
LA CAPTCIÓN DE LA IGLESIA
Según la declaración inicial de la defensa, la madre dio a luz a Tetsuya Yamagami, su segundo hijo, en 1980. Cuatro años más tarde, su esposo se quitó la vida. La tragedia continuó cuando su hijo mayor enfermó gravemente, sobreviviendo, pero quedando ciego de un ojo.
En julio de 1991, cuando Yamagami tenía diez años, un creyente de la Iglesia visitó su hogar. La madre se unió rápidamente a la fe, convencida de que entregar sus bienes a la organización era el camino para «salvar a sus hijos y a su familia».
ENTREGÓ SEGURO DE VIDA Y HERENCIA
Esta creencia la llevó a donar la casi totalidad del seguro de vida de su difunto esposo, un total de cincuenta millones de yenes. Su compromiso la llevaba incluso a dejar a sus hijos solos para viajar a Corea y participar en eventos de la organización.
El conflicto creció cuando el abuelo de Yamagami, se enfrentó a ella por las donaciones. Tras la muerte del abuelo, la madre entregó también esa herencia a la Iglesia.
Las consecuencias financieras fueron catastróficas. Yamagami, que asistía a una escuela de élite, se vio forzado a abandonar la idea de ir a la universidad. La madre finalmente se declaró en bancarrota en 2002. El total de las contribuciones a la Iglesia ascendió a unos cien millones de yenes.
La desesperación tocó fondo: Yamagami intentó suicidarse en 2005, y su hermano mayor, quien también resentía profundamente las donaciones, se quitó la vida en 2015.
A pesar de todo el dolor, la madre mantuvo su fe inquebrantable, un hecho que, según se afirma, fue el detonante final del asesinato de Abe. (RI/AG/IP/)
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