El sistema postal japonés atraviesa un nuevo escándalo tras conocerse que, entre 2021 y 2024, al menos 4,000 envíos postales —incluyendo cartas, facturas y documentos personales— no llegaron a sus destinatarios debido a la manipulación indebida por parte de empleados de Japan Post. Aunque la empresa había informado sobre 23 incidentes en los que se perdieron más de 25,000 envíos, ahora se reveló que existieron al menos 30 casos adicionales que no fueron hechos públicos.
Según fuentes internas, estos envíos fueron encontrados en condiciones alarmantes: acumulados en casilleros, salas de descanso, domicilios de empleados e incluso destruidos con trituradoras y arrojados a la basura. Pese a la gravedad, Japan Post decidió no divulgar estos episodios, argumentando que solo comunica de forma oficial los hechos que considera constitutivos de “crimen”.
El problema no es menor. La legislación japonesa establece que el manejo de cartas, postales y facturas está reservado exclusivamente a Japan Post, lo que convierte a la empresa en responsable directa de garantizar la fiabilidad de un servicio esencial para la vida cotidiana. Al no informar públicamente sobre estos casos, los remitentes que no pueden ser identificados carecen de la posibilidad de saber que sus envíos nunca llegaron a destino. Esto implica un riesgo concreto para ciudadanos y empresas, que podrían haber perdido documentos de importancia sin enterarse.
Japan Post reconoció la existencia de incidentes no divulgados y ofreció disculpas, asegurando que, en los casos en los que se pudo identificar al remitente, se realizaron contactos para dar explicaciones y disculparse. Sin embargo, admitió que en varios episodios no fue posible establecer quién envió la correspondencia, lo que impidió cualquier tipo de comunicación.
La empresa también señaló que reporta los hechos al Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones cuando se le solicita, pero sin hacerlos públicos. Esta falta de transparencia ha generado preocupación, pues la confianza en el sistema postal depende de la seguridad de que cada envío, por más simple que sea, llegue a su destino. (RI/AG/IP)
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