La ciudad de Kawaguchi, en la prefectura de Saitama, alberga una de las mayores comunidades de kurdos en Japón, quienes suelen solicitar el estatus de refugiados al llegar al país. Sin embargo, un análisis sobre el origen de estos inmigrantes revela que su principal motivación no está vinculada a la persecución política, sino a razones económicas, informó hoy el diario Sankei.
Un estudio reciente indica que el 80 % de los 4.700 ciudadanos turcos que solicitaron asilo en Japón en los últimos 11 años provienen de tres provincias del sur de Turquía: Gaziantep, Kahramanmaraş y Adıyaman. Estas áreas, predominantemente habitadas por kurdos, son conocidas por su pobreza relativa en comparación con otras regiones del país.
EL ATRACTIVO ECONÓMICO DE JAPÓN
Japón y Turquía mantienen un acuerdo de exención de visado para estancias cortas, lo que permite a los ciudadanos turcos entrar al país con solo un pasaporte y, posteriormente, extender su estadía mediante la solicitud de asilo. Según un habitante de una de estas aldeas en Adıyaman citado por Sankei, la principal razón para emigrar a Japón es económica. “La gente simplemente busca oportunidades de trabajo. Uno llega y luego otros familiares o conocidos lo siguen”, explicó un líder comunitario de 58 años.
La estrategia migratoria no se limita a buscar trabajo: algunos solicitan el estatus de refugiado alegando persecución en su país de origen. Sin embargo, el relato de un hombre kurdo de 47 años, quien trabajó en Japón durante 13 años, contradice estas afirmaciones. “Nadie está siendo perseguido. Todo lo que dicen en inmigración, como ‘si vuelvo me matan’ o ‘me encarcelan’, es mentira. Solo quieren trabajar y ahorrar dinero. Cuando tienen lo suficiente, regresan al pueblo”, afirmó.
ALDEAS TRANSFORMADAS
En las aldeas de origen de estos migrantes es evidente el impacto de las remesas enviadas desde Japón. En los áridos paisajes del sur de Turquía, grandes casas, conocidas localmente como “palacios”, se alzan en medio de terrenos modestos. Estas construcciones, financiadas en gran parte por los ingresos obtenidos en Japón, son un símbolo de éxito económico para las familias kurdas que emigraron.
Incluso después de las devastaciones causadas por el terremoto en Turquía en febrero de 2023, que afectó severamente a estas provincias, el flujo migratorio no se detuvo. Para muchos, Japón sigue siendo visto como una tierra de oportunidades.
EL SISTEMA DEL ASILO
Las declaraciones de los propios migrantes kurdos han generado dudas sobre la eficacia y el propósito del sistema de asilo japonés. Un trabajador del pueblo expresó: “Los vuelos cuestan unos 100.000 yenes. Incluso si pides un préstamo para cubrirlo, puedes ganar lo suficiente en Japón para pagarlo rápidamente”.
Las autoridades japonesas han mostrado una actitud cautelosa hacia las solicitudes de refugio, rechazando la mayoría de ellas. Según cifras del Ministerio de Justicia, de las más de 12.000 solicitudes de asilo presentadas por ciudadanos turcos en las últimas dos décadas, solo unas pocas han sido aprobadas.
LOS KURDOS EN JAPÓN
La comunidad kurda en Kawaguchi no solo trabaja en sectores como la construcción, sino que también ha establecido una red de apoyo que facilita la llegada y la integración de nuevos migrantes. A pesar de esto, muchos planean regresar a Turquía una vez que hayan ahorrado lo suficiente.
El mito de la persecución kurda, aunque no es universalmente falso, dijo el Sankei, es pretexto funcional para garantizar la entrada y estancia en Japón. Como expresó uno de los entrevistados, su verdadero interés radica en el bienestar económico: “Quiero volver a Japón, no porque me persigan, sino porque extraño el sashimi”, concluyó el informe. (RI/AG/IP/)
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