Claudia Sheinbaum asumió el 1 de octubre la presidencia de México, marcando un hito histórico al convertirse en la primera mujer en ocupar este cargo en los más de dos siglos de independencia de ese país. En su discurso de investidura, Sheinbaum destacó la trascendencia de este momento para las mujeres mexicanas, declarando: «Por primera vez, llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación».
Los desafíos que enfrenta Sheinbaum son profundos y complejos. Según un análisis de The New York Times, su gobierno hereda «el mayor déficit presupuestario en décadas, una crisis de seguridad cada vez más grave y un sistema judicial en proceso de reestructuración». Estos problemas, junto a la necesidad de lidiar con un movimiento político fragmentado dentro de Morena, podrían poner a prueba su capacidad de liderazgo. Como señaló la analista Fernanda Caso, Sheinbaum tendrá que lidiar con «las luchas internas dentro de su partido, pugnas de poder» que podrían amenazar la estabilidad de su administración.
Uno de los principales retos será mantener la continuidad de las políticas sociales de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, mientras enfrenta las tensiones internas de Morena, el partido que domina la política mexicana. «Ya no tiene el control del partido como sí la tenía López Obrador», destaca The New York Times, lo que sugiere que Sheinbaum deberá equilibrar las distintas facciones de su coalición para evitar fricciones que obstaculicen su mandato.
Además de los desafíos económicos y políticos, Sheinbaum deberá enfrentar una creciente crisis de seguridad. Los informes de extorsión y desapariciones han aumentado desde 2018, y los cárteles de la droga siguen controlando amplias zonas del país. En este contexto, la nueva presidenta ha prometido dar continuidad a la militarización de la seguridad pública iniciada por López Obrador, pero también ha anunciado la creación de una nueva agencia de inteligencia que podría marcar un cambio en su estrategia de combate al crimen organizado.
Las relaciones con Estados Unidos serán otra prueba para el liderazgo de Sheinbaum, especialmente si Donald Trump gana un segundo mandato en las elecciones estadounidenses. Ya ha amenazado con imponer aranceles y propuesto utilizar la fuerza militar contra los cárteles mexicanos, lo que podría complicar la cooperación bilateral. A pesar de las tensiones, Sheinbaum ha mostrado disposición a trabajar con cualquier administración que asuma el poder en Washington, con el objetivo de mantener una relación sólida entre ambos países.
A nivel interno, Sheinbaum se ha comprometido a ampliar las pensiones para las mujeres mayores de 60 años, aumentar las becas escolares y mejorar el acceso a la salud pública. También ha señalado la importancia de la inversión en energías renovables y en tecnologías limpias, un esfuerzo por reducir la dependencia del petróleo, aunque también ha prometido apoyar a Pemex, la petrolera estatal, que enfrenta deudas multimillonarias.
A pesar de los retos que enfrenta, el liderazgo de Claudia Sheinbaum representa una oportunidad para que México continúe con las políticas de transformación social que han marcado la última década, al tiempo que aborda problemas estructurales que han sido difíciles de resolver. Su mandato estará bajo el escrutinio tanto de sus seguidores como de sus críticos, quienes esperan ver si será capaz de consolidar un gobierno eficiente y unido. (RI/AG/IP/)
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