Las autoridades japonesas han presentado cargos por retención ilegal contra una pareja en la prefectura de Nagano por haber encerrado a su hijo menor dentro de una rejilla destinada a aislar la estufa. El padre, de 34 años, y la madre, de 28, residentes en el distrito de Ogawa, fueron acusados de inmovilizar y confinar repetidamente a su hijo de menor, estudiante de primaria.
Según la fiscalía de Ueda en Nagano, ambos progenitores ataron las manos y los pies del menor, cubrieron su boca con cinta adhesiva y lo confinaron dentro de la cerca de la estufa para impedir que «escape». Los hechos habrían ocurrido en varias ocasiones entre junio y septiembre de este año.
Aunque los fiscales no han revelado si los acusados han admitido o negado las acusaciones, fuentes cercanas a la investigación indicaron que la pareja justificó su comportamiento alegando que lo hacían como una forma de «disciplina».
La pareja fue detenida hace tres semanas y según las investigaciones se supo que, además de ser inmovilizado, el menor fue puesto de rodillas con una caja de plástico sobre de la rejilla. Encima había varias botellas de agua que ejercían peso sobre la caja para impedir que el niño pudiera ponerse de pie y salir. El menor permaneció allí durante horas hasta que fue descubierto por las autoridades.
Fue el personal del centro de protección infantil que se percató de la situación tras recibir informes de maltrato en ese mismo momento. El centro contactó inmediatamente a la policía que intervino para rescatar al niño. Aunque su vida no corre peligro, las autoridades confirmaron que el menor presentaba varias heridas leves en diversas partes del cuerpo.
El caso ha generado gran conmoción en la comunidad local. Se sabe que el menor es hijo biológico de la madre y que además tiene otros hermanos, quienes también han sido puestos bajo la protección del centro infantil desde el pasado 11 de octubre.
Según funcionarios del municipio donde reside la familia, tanto el gobierno local como los servicios de protección infantil habían estado monitoreando la situación de esa familia, recibiendo reportes tres veces al año sobre el estado del menor a través de diferentes instituciones. Sin embargo, estos seguimientos no evitaron que ocurriera el lamentable incidente.
Una vecina cercana a la familia describió una escalofriante escena de maltrato. «Vi cómo lo sacaban descalzo al exterior en pleno invierno… y escuché cómo le gritaban ‘¡Te voy a matar!'». (RI/AG/IP/)
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