Alberto Fujimori, aplaudido por unos, odiado por otros. Por Lily Céspedes

Alberto Fujimori (Andina)

Vencido por el cáncer a los 86 años de edad falleció en su casa de San Borja – Perú el ex presidente Alberto Fujimori, líder político cuya imagen de buen gobierno traspasó fronteras y fue reconocido como estadista, y recordado por hechos que son parte de nuestra historia: la liberación de los rehenes de la embajada de Japón tomada por el MRTA, la captura de Abimael Guzmán, el fallecido líder de Sendero Luminoso, y la recuperación de nuestra economía. Los frutos de su modelo económico, que aún es estudiado por varios gobiernos de América para lograr una estabilidad, nos acompañan hasta ahora para superar ‘tormentas económicas’ como las que suelen presentarse en el actual gobierno de Dina Boluarte.

Conocí a Alberto Fujimori a la salida de una grabación del programa “Amanecer Campesino” de RPP que producía mi amiga y colega Elizabeth Lindo, cuando postulaba a la presidencia del Perú en 1990. Había renunciado a su cargo de rector en la Universidad Agraria y a la presidencia de la Asamblea Nacional de Rectores para involucrarse en la política y tentar la presidencia por Cambio 90, un movimiento político independiente que reunía a profesionales y pequeños empresarios que venían desde las PYMES (pequeñas y medianas empresas).


Elizabeth lo invitó para una entrevista en la radio donde yo trabajaba en el área de prensa para “La Rotativa del Aire”. Era un candidato a quien nadie le daba bola. Después de esa entrevista vendrían otras en la misma emisora, incluyendo los programas periodísticos dominicales, hasta que alcanzó un crecimiento inesperado en las encuestas y, ante la sorpresa de muchos, terminó derrotando nada menos que al laureado escritor peruano Mario Vargas Llosa.

Los dos primeros años de su gobierno fueron inestables pues el Perú se abatía en una tremenda crisis económica y vivía una dura batalla con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y Sendero Luminoso (SL), además de gobernar sin tener una mayoría en el Parlamento.

Una dura y condenable decisión, que no se justifica bajo ningún punto de vista, fue el cierre del Congreso y la toma de los medios de comunicación un domingo 5 de abril de 1992. Me salvé de ser testigo de ese momento de la toma de medios, pues mi jornada laboral terminaba a las 8:00 pm y me retiraba a casa. Esa noche, al salir de RPP, cuyas instalaciones estaban en la calle Alejandro Tirado, (Santa Beatriz) crucé la av. Arequipa, vi que de manera extraña había un gran despliegue militar compuesto por tanquetas y vehículos porta tropas que subieron por Alejandro Tirado donde estaba la radio, Canal 7 y América Televisión, todo muy cerca, mientras otros vehículos militares continuaban su paso por la av. Arequipa hacia Panamericana TV y ATV (Canal 9).


Al llegar a casa, se comentaba el autogolpe dado por Alberto Fujimori quien en un Mensaje a la Nación justificaba al cierre del Congreso con su recordada frase: “Disolver, repito, disolver…” que luego fue utilizada de manera graciosa por algunos comediantes en sus sketches en televisión. Al día siguiente, lunes 6 de abril de 1992, fui a trabajar y me encontré con oficiales del Ejército en la puerta de ingreso, en los ascensores y en el séptimo piso donde funcionaba la radio más poderosa del país.

Cerca de un mes nos tocó trabajar de la peor manera, vigilados por miembros del Ejército armados con fusiles y cortadas todas las libertades, hasta para ir al baño, pues los militares estaban también en los pasillos de la radio observando todo.

Luego, pasaron algunos años y volví a tener cerca a mi a Alberto Fujimori, cuando como reportera me tocó viajar en el avión presidencial con varios colegas de los principales diarios y canales de TV a cubrir el Conflicto del Cenepa. Era corresponsal de guerra de la Marina y de la Fuerza Aérea, razón por la cual la editora de la tarde de la Rotativa, María Ortega, decidió enviarme a esa comisión. Nunca había estado en la cobertura de un conflicto armado y esa fue mi primera experiencia. Claro, no íbamos a estar en la zona de enfrentamiento, pero sí muy cerca.


Llegamos en helicópteros del Ejército hasta el Alto Cenepa, (Amazonas – año 1995) lugar inhóspito de la selva peruana rodeado de la espesura de un bosque, a pocos pasos del río Cenepa por cuya vertiente asomaban algunas canoas conducidas por indígenas de las tribus Awajún que servían de guías a las tropas peruanas, y donde se hallaba el presidente Alberto Fujimori junto al jefe del comando político militar de entonces, general Nicolás de Bari Hermoza Ríos. Todos éramos prensa peruana, no había extranjeros y era la primera comitiva de periodistas que llegaba a un lugar muy cercano al escenario del conflicto armado.

Fujimori invitó a la prensa para que hablaran bien de él y se diera a conocer la forma cómo se desarrollaba el conflicto, pero lo que pude observar en el lugar fue el paso de jóvenes soldados peruanos reclutados de las levas que se hacían en las distintas provincias del país, llevando consigo un fusil y un pequeño morral, no al personal preparado para combatir y enfrentar al Ejército usurpador ecuatoriano de entonces.


Esas fueron las dos oportunidades que lo tuve cerca, después de eso no volví a cruzármelo pues opté por seguir otros caminos del periodismo.

Alberto Fujimori, aplaudido por muchos por devolver la calma y librarnos del terrorismo desatado por Sendero y el MRTA, y consolidar la economía peruana, totalmente quebrada en el primer gobierno de Alan García Pérez, pero también odiado por otros tantos, terminó envuelto en una serie de condenables sucesos como la matanza de un grupo de estudiantes de La Cantuta y el crimen de Barrios Altos por los que fue condenado a 25 años de prisión de la que salió favorecido finalmente por un “indulto presidencial”, tras cumplir 15 años de prisión.

Este año, intentó volver al ruedo político con Fuerza Popular, el partido de su hija Keiko, pero las fuerzas no lo acompañaron. El cáncer a la lengua que padecía hace varios años había vuelto con fuerza y una lesión en la cadera producto de una caída hace algunas semanas le impidió continuar con los tratamientos produciéndose el desenlace fatal que todos conocemos. Finalmente será Dios y la historia quienes lo juzguen por su actuar en la tierra.

(*) Lily Céspedes Guizado. Periodista independiente, productora, editora de libros. Ha trabajado en RPP y en el programa Panorama de Panamericana TV.

     

*International Press alienta al intercambio de ideas y reflexiones en sus páginas. Sin embargo, el periódico no necesariamente comparte las opiniones de los articulistas que las firman.

 

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