El número de pacientes infectados en Japón por la llamada «bacteria carnívora», o «… come personas» (Hitokui bakuteria), ha alcanzado un máximo histórico desde que comenzó su seguimiento en 1999. El año pasado, el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social confirmó 941 personas infectadas por el estreptococo hemolítico del grupo A, que en su forma fulminante causa necrosis de las extremidades y mata en horas o días.
Este año, en menos de un mes, 31 personas en todo el país ya han desarrollado la forma fulminante de la enfermedad y Tokio tiene el mayor número, con siete casos confirmados.
Alrededor del 30% de los pacientes infectados mueren. Se presenta en un amplio rango de edades, desde niños hasta adultos, y una de sus características es que es particularmente común en adultos mayores de 30 años.
Una de las causas de las infecciones estreptocócicas hemolíticas fulminantes es el «estreptococo hemolítico del grupo A», un tipo de bacteria que se encuentra a menudo en la garganta y la piel, que provoca la necrosis de las extremidades, provocando la muerte por fallos en varios órganos.
«La enfermedad progresa rápidamente», explicó el Dr. Morihiko Sato, director de la Oficina de Control de Infecciones del Hospital General Shonan Kamakura en Kanagawa.
«Las toxinas de los leucocitos reducen el número de glóbulos blancos, lo que debilita el sistema inmunológico. En raras ocasiones las personas sanas pueden desarrollar la forma fulminante, pero en otros grupos el riesgo de contraer la enfermedad es alto. Por ejemplo, aquellos con enfermedades subyacentes como cáncer, diabetes, enfermedades cardíacas y respiratorias crónicas», precisó el Dr. Sato.
UNA HERIDA PUEDE SER LA PUERTA DE LA BACTERIA
Los síntomas iniciales incluyen fiebre, aparición repentina de dolor intenso en alguna parte del cuerpo, mareos, síntomas parecidos a los de la gripe y confusión. Un reportaje de Nihon TV presentado ayer mostró cómo un pequeño corte en el pie se convirtió en una entrada para esta infección mortal.
Takashi Mori, un hombre de 36 años, compartió su aterradora experiencia. Era 2015 y tenía 27 años: «Cuando me ingresaron en el hospital por la noche me llevaron directamente a la unidad de cuidados intensivos. En ese momento, estaba preparado para morir».
No se identificó una ruta clara de infección, aparte de una pequeña herida en su pie derecho de Mori.
Cuatro días después de sentir dolor en el pie, las fotografías mostraban que su pierna estaba hinchada y roja con algunas áreas tornándose púrpuras. También experimentó fiebre cercana a los 40°C.
Una semana después, la situación de Mori empeoró dramáticamente. Perdió el conocimiento en su casa y fue llevado de urgencia al hospital. Aunque salvó su vida, la pierna derecha no corrió igual suerte y le fue amputada.
Hoy, Mori utiliza una prótesis y le tomó alrededor de seis meses volver a integrarse a la sociedad. Agradece estar vivo a pesar de haber perdido una pierna por la bacteria. (RI/AG/International Press)