El italiano Massimo Bellini renunció a su trabajo como profesor de inglés en Japón en febrero de 2021.
Buscando empleo, halló un aviso de la empresa de taxis Hinomaru Kotsu, con sede en Tokio, y se apuntó para recibir la capacitación correspondiente.
Con 16 años viviendo en Japón, Bellini podía comunicarse sin problemas en japonés, pero tuvo un gran obstáculo que sortear.
Para obtener la licencia Clase 2, para conductores de taxis y autobuses, tenía que superar una prueba escrita solo disponible en japonés (a diferencia del examen para la licencia Clase 1, para conductores de camiones, que se puede rendir en varios idiomas, entre ellos el inglés).
“No podía entender los kanji para nada y la prueba escrita fue muy difícil”, recuerda el italiano en declaraciones a Mainichi Shimbun.
Bellini tenía que responder 95 preguntas en 50 minutos. Solo leerlas le tomaba mucho tiempo y no le alcanzaba el periodo establecido para contestar a todas.
Estudió muchísimo y pudo aprobar el test en el séptimo intento.
Ahora es uno de los 83 choferes extranjeros de Hinomaru Kotsu y está contento con su trabajo.
La empresa de taxis comenzó a reclutar a extranjeros a gran escala hace seis años.
Hidetoshi Uchida, jefe de la compañía, sugiere que la prueba para obtener el permiso esté disponible en varios idiomas.
Uno de sus empleados, revela, aprobó el test tras más de 80 intentos.
El examen puede resultar difícil incluso para un japonés. Hay preguntas capciosas y para entenderlas se debe leerlas detenidamente.
En un país que sufre una aguda escasez de conductores de taxis, los extranjeros son cada vez más necesarios. (International Press)
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