No estar expuesto al sol directamente no nos salva necesariamente de los golpes de calor.
Lo sufrió en carne propia una mujer residente en la prefectura de Osaka que relata su aterradora experiencia a Asahi Shimbun.
La mujer, una persona en la cuarentena, fue un día a la playa con su familia.
Mientras sus hijos se metieron en el agua, ella se sentó a descansar a la sombra de un árbol.
De pronto sintió entumecimiento en los pies, que poco a poco subió por su cuerpo y llegó hasta su cara.
La mujer ni siquiera podía hablar.
Asustada, su familia la llevó a un hospital, donde recibió goteo intravenoso y se recuperó.
La mujer cuenta que sintió mucho miedo.
Creyó que por el refugio que le ofrecía la sombra del árbol y el hecho de que estuviera tomando líquido estaba a salvo.
El experto en golpes de calor y profesor de ciencias de la rehabilitación en la Universidad de Kanazawa, Naotoshi Sugimoto, recomienda no realizar actividades al aire libre durante el día y consumir líquidos.
No hay que bajar la guardia en las noches, por eso también aconseja mantener frescas las habitaciones.
El mes pasado, el julio más caluroso en Japón desde el siglo XIX, 35 personas murieron por golpes de calor y 34.084 fueron trasladadas en ambulancias a hospitales. (International Press)
