Dolor de cabeza para propietarios en Japón: las cosas que dejan los inquilinos cuando mueren

 

Atsushi Kakumoto, propietario de un edificio de apartamentos en la prefectura de Fukuoka, tuvo hace años una inquilina octogenaria que enfermó y murió.


El hombre buscó durante largo tiempo a parientes de la anciana, pero no encontró a nadie, revela a la NHK.

¿Qué hacer con los objetos que la mujer había dejado?

¿Botarlos? No podía, porque la ley en Japón establece que solo un pariente puede deshacerse de las pertenencias de una persona fallecida.


Al principio, Kakumoto ni siquiera se atrevió a mover los objetos de la anciana a la espera de que apareciera un familiar para reclamarlos y por miedo a tener problemas legales.

Sin embargo, transcurrieron tres años sin novedad. El propietario decidió entonces guardar los artículos en un almacén, donde los tuvo durante dos años.

Finalmente decidió botarlos. Kakumoto dice que jamás creyó que resolver el problema le llevaría tanto tiempo.


Además, conservar durante cinco años las pertenencias de la mujer mermó considerablemente sus ingresos.

Primero, porque no pudo alquilar el apartamento durante los tres años que mantuvo las cosas de la anciana en él.


Segundo, porque gastó mucho dinero durante los dos años que las almacenó y para desecharlas.

Por ello, Kakumoto propone que la ley autorice a los propietarios a deshacerse de los artículos de los difuntos cuando no sean reclamados dentro de un período determinado.

Su caso no es excepcional.

Una empresa que gestiona más de 40.000 propiedades de alquiler en Fukuoka almacena un montón de televisores, refrigeradores, mesas, sillas y otros objetos de inquilinos fallecidos que no puede tirar

Y mientras más vieja se hace la población en Japón, más inquilinos ancianos hay y, por ende, casos como el reseñado son cada vez más frecuentes.

La situación también afecta a los ancianos que buscan alquilar una vivienda.

Un hombre de 73 años que reside en la región de Kanto no fue aceptado por una agencia inmobiliaria porque no tenía un garante.

Por temor a los costos asociados con la gestión de los objetos dejados por inquilinos fallecidos, la agencia no acepta a ancianos a menos que alguien responda por ellos.

Rechazado varias veces debido a su edad, el hombre vivió en su coche durante seis meses hasta que el municipio donde vive lo puso en contacto con una organización que ayuda a encontrar vivienda a personas como él. (International Press)

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