La reciente detención de un alto funcionario de una compañía farmacéutica japonesa en China ha causado un shock a las empresas japonesas que operan en el gigante asiático.
El hombre de negocios, residente por un extenso periodo en Pekín, fue detenido cuando tenía previsto viajar a Japón, detalla Kyodo.
El japonés, un cincuentón, ha sido detenido por sospecha de espionaje.
El problema en China es la opacidad con la cual las autoridades de ese país manejan este tipo de casos.
Las denuncias alusivas a la seguridad nacional no se hacen públicas y los juicios por espionaje son cerrados.
Incluso después de que un proceso judicial termina, en la mayoría de casos los detalles no se conocen, advierte Kyodo.
Así las cosas, los ejecutivos de compañías japonesas no saben a qué atenerse.
Ellos no saben qué clase de acciones o actividades constituyen delito para las autoridades chinas.
Si no lo saben, entonces podrían -sin ser conscientes de ello- “cometer” un delito contra la seguridad nacional.
El japonés detenido fue un ejecutivo de alto rango de la Cámara de Comercio e Industria de Japón en China, y algunos de sus miembros temen que puedan correr la misma suerte.
Cuando el sábado se informó de la detención, las empresas japonesas que operan en China verificaron si se trataba de uno de los suyos.
La farmacéutica Astellas Pharma confirmó que el hombre detenido es uno de sus trabajadores.
El incidente ha caído como un balde de agua fría a una organización que promueve el ingreso de empresas japonesas en el mercado chino, pues podría disuadir a muchas de invertir en China. (International Press)
