Algunas escuelas de primaria en Japón prohíben a los niños que se llamen entre sí con apodos. Más aún, se les indica que se dirijan a sus compañeros utilizando el sufijo honorífico “san”.
¿No es excesivo exigirles a los niños que se traten entre sí con tanta formalidad?
No para el director de una escuela en Tokio, Masaaki Uchino, quien explica en declaraciones que reproduce el portal SoraNews24: “Si fomentas un sentimiento de respeto por la persona con la que está hablando desde una edad temprana, no tomarán acciones que dañen a los demás”.
Mitsuo Nobuchi, subdirector de un colegio privado en la prefectura de Ibaraki que también obliga a los niños a utilizar “-san” y proscribe los apodos, dice que muchos de estos se basan en la apariencia física y son insultantes.
Otra ventaja del “-san”, según Nobuchi, es que al empujar a los niños a dirigirse a sus compañeros con respeto, si bien no elimina la posibilidad de que haya ijime (abusos), puede contribuir a que no aparezca.
Ahora bien, otros consideran que las reglas pueden tener un impacto negativo en la comunicación de los niños con sus pares.
Un profesor de un colegio de primaria de la prefectura de Saitama opina: “Me preocupa que la prohibición de los apodos pueda dificultar que los niños se comuniquen entre sí sin problemas y abiertamente”.
En las redes sociales, muchas personas han criticado las restrictivas normas de comunicación de algunas escuelas en Japón.
Un usuario, no obstante, propone un tercer camino que suena razonable: “En tercer grado, mi profesor nos hizo decirle al resto de la clase cómo queríamos que nos llamaran. Funcionó genial”. (International Press)
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