Hasta el 23 de febrero, Lina Akintieva, una adolescente ucraniana de 17 años, vivía entre sus estudios en una universidad en la ciudad de Kharkiv y su trabajo como modelo en Japón y Corea del Sur.
El 24 de febrero una fuerte explosión la despertó. Era el primer día de la invasión rusa.
Dos días después, sus padres le rogaron que huyera del país, aunque fuera sola.
Lina llegó a Osaka a principios de marzo tras un largo y solitario viaje desde Kharkiv, revela Mainichi Shimbun.
La joven se ha instalado en Japón gracias al apoyo de su agencia de modelaje. Trabaja, estudia, hace yoga y sale a caminar.
Su vida en Japón es segura, pero está sola y vive atormentada por las preocupaciones. No tiene paz mental. Sus padres y su novio están en Ucrania.
Todos los días se comunica con sus papás, que le piden que les cuente cómo ha sido su día, qué hace. También tiene contacto diario con su pareja.
Japón es para Lina solo una parada. La joven ansía regresar a su país, ver a sus seres queridos, lo antes posible. (International Press)
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